Alya Blythe y la cámara secreta

Caos en San Valentín

POV Alya.

El sol había vuelto a brillar débilmente sobre Hogwarts. Dentro del castillo, la gente parecía más optimista. No había vuelto a haber ataques después del cometido contra Justin y Nick Casi Decapitado, y a la señora Pomfrey le encantó anunciar que las mandrágoras se estaban volviendo taciturnas y reservadas, lo que quería decir que rápidamente dejarían atrás la infancia. Hermione ya había salido de la enfermería y quería darle una observación más al diario.

Había la posibilidad de que el heredero de Slytherin se hubiera acobardado. O el monstruo decidiera que había hecho el caos suficiente y no despertaría hasta dentro de 50 años más.

Ernie Macmillan, de Hufflepuff, no era tan optimista. Seguía convencido de que Harry era el culpable y que se había delatado por segunda ocasión en una escena del crimen. Peeves no era precisamente una ayuda, pues iba por los abarrotados corredores saltando y cantando: «¡Oh, Potter, eres un zote, estás podrido...!», pero ahora además interpretando un baile al ritmo de la canción.

Gilderoy Lockhart estaba convencido de que era él quien había puesto freno a los ataques. El idiota podría presumir lo que quisiera, lo importante era que el monstruo no volviera a aparecer.

Lockhart pensó en dar a los estudiantes una inyección de moral que se hizo patente durante el desayuno del día 14 de febrero.

Subí al gran comedor, platicando animadamente con Daphne y Astoria sobre la revista corazón de bruja y su picante contenido de san Valentín, pero nuestra plática se detuvo cuando vimos la decoración. Pensé, por un momento, que me había equivocado de puerta.

Las paredes estaban cubiertas de flores grandes de un rosa chillón. Y del techo de color azul pálido caían confetis en forma de corazones.

"Creo que alguien exageró un poco con la decoración"

-Se ve bonito, ¿no crees, hermana?- sonrío contenta Astoria, jugando con un poco del confeti que caía.

Ni Daphne ni yo dijimos nada solo dimos unas sonrisas un poco forzadas. En lo personal no soy tan fan de san Valentín ni del abundante color rosa que se utiliza en esta fecha. Mi amiga rubia parecía pensar algo similar. Nos sentamos juntas y luego el profesor Lockhart se levantó de su asiento.

-¡Feliz día de San Valentín! -gritó Lockhart-. ¡Y quiero también dar las gracias a las cuarenta y seis personas que me han enviado tarjetas!

"¿Es correcto que 46 alumnas le entreguen cartas de amor? ¿Habrá alguna epidemia de Lockhartitis? Porque es el colmo que después de tanto tiempo como profesor alguien lo estime tanto"

-Sí, me he tomado la libertad de preparar esta pequeña sorpresa para todos ustedes... ¡y no acaba aquí la cosa!

Lockhart dio una palmada, y por la puerta del vestíbulo entraron una docena de enanos de aspecto hosco. Pero no enanos así, tal cual; Lockhart les había puesto alas doradas y además llevaban arpas.

"Me pregunto cuanto les estarán pagando para hacer eso... se ve humillante"

-¡Mis amorosos cupidos portadores de tarjetas! -sonrió Lockhart-. ¡Durante todo el día de hoy recorrerán el colegio ofreciéndoos felicitaciones de San Valentín!

"Tendremos varias interrupciones en las clases... supongo que la clase de historia de la magia podría volverse interesante"

-¡Y la diversión no acaba aquí! Estoy seguro de que mis colegas querrán compartir el espíritu de este día. ¿Por qué no le piden al profesor Snape que les enseñe a preparar un filtro amoroso? ¡Aunque el profesor Flitwick, el muy pícaro, sabe más sobre encantamientos de ese tipo que ningún otro mago que haya conocido!