Sorpresas de Navidad

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POV Alya

Después de un breve interrogatorio, mis amigos leones me contaron lo que pasó el día en que petrificaron a Justin Finch-Fletchley. No negaré que me asustó el hecho de que el fantasma de Gryffindor también sufriera los efectos de la mirada del basilisco.

Anotación en la bitácora: los fantasmas quedan en un estado similar a la petrificación si ven a un basilisco, pero no pueden morir porque ya están muertos.

Lo malo para Harry es que después de ese suceso los pasillos se llenaron de murmullos sobre la posibilidad de que él fuera el responsable de todos estos ataques. A pesar de las bromas de los gemelos sobre eso, sabía bien que a Harry le molestaba ser el centro de atención, y más de esa manera.

"Tanto que me esforcé para que no pasara algo como esto y no sirvió para nada"

Como las vacaciones al fin habían llegado me tocó despedirme de mis 3 problemáticos amigos, desearles suerte para que no se metieran en problemas y bromear un poco antes de partir.

En el tren me tocó compartir asiento con las hermanas Greengrass y con Neville.

-Es un lindo accesorio... supongo- comentó Daphne sobre el cristal púrpura que traía Neville como colgante.

-Unos compañeros de grados superiores me lo vendieron.

MI rubio amigo Gryffindor cayó en una estafa provocada por el caos del castillo. Debido al aumento de petrificados se desarrolló un mercado de talismanes y amuletos protectores, de los cuales Neville compró varios por los comentarios de que por poco era un squib,

"Por lo menos lo convencí de tirar la cebolla apestosa y la cola podrida de tritón o este viaje en tren habría sido muy diferente"

El viaje transcurrió medianamente normal. Por una parte, Neville estaba nervioso con la compañía de mis nuevas amigas; Daphne como siempre se mantenía mortalmente tranquila, pero logré verla sonreír ante los pequeños accidentes del gryffindor; por su parte, Astoria y yo nos la pasamos hablando sobre tradiciones navideñas muggles y mágicas.

-Nuestra familia por lo general realiza un baile con otras familias de renombre. Normalmente no suelo participar mucho por que me la pasó enferma en estas fechas, pero esta vez no será así- sonríe la castaña.

-Me alegra mucho oír eso.

Durante estos meses de invierno he ayudado a la pequeña Astoria a mantener la salud. Con unas pocas gotas de jugo de piedra filosofal en una poción revitalizante hacen milagros, aun no es lo suficiente para curar su maldición, pero al menos pude aligerar sus malestares.

Bajando del tren, me despedí de mis amigos y esperé a ver a mi mamá entre la multitud de personas. Me preparé mentalmente para olvidar todo el escándalo escolar y disfrutar la navidad sin preocupar a mi mamá. La espera duró bastante, ya casi todos mis compañeros se fueron y mi mamá no llegaba.

"No pudo olvidarse de mí, ¿o sí?"

La melena chocolate de mi madre se agitaba con emoción, corriendo hacia a mí para abrazarme. Tenía una pequeña mancha gris en la nariz y una sonrisa enorme.

-Mi niña. Perdón por hacerte esperar tanto, perdí la noción del tiempo- me sujetó con tanta fuerza que sentí que me estaba asfixiando-. Te extrañé tanto- me soltó y por fin pude respirar-. Vamos, te tengo una sorpresa.

En el camino en el coche hacia nuestra casa nos la pasamos cantando como siempre, aunque podía notar a mi mamá más animada que de costumbre.

Llegamos a la casa y me extrañó ver la chimenea apagada, la mesa vacía y la falta de decoración navideña.

-Ammm... mamá ¿qué pasó con la decoración?

-Oh, ya lo verás- mamá sonrió misteriosamente-. Primero, dejemos las cosas que no necesitarás. Solo trae algunos cambios de ropa.

-Okey...

Me tomó unos minutos separar algunos conjuntos de ropa y guardarlos en una mochila. Apenas tuve tiempo de guardar algunas pociones y mi varita por si acaso.

-Listo... ahora, ¿me dirás que está pasando?

-Un momento- mi mamá se agachó a la chimenea, encendió el fuego y luego tomó una pequeña vasija-. Perenelle y yo pasamos bastante tiempo realizando los trámites para que esto funcione y ya lo probé antes para asegurarme de que funcione perfectamente.

"Sigo sin saber de qué estamos hablando"

El fuego crepitaba débilmente en la chimenea, alumbrando la oscura habitación con su llama rojiza. Mi mamá me sonrió una vez más y tomó un puñado del polvo gris que tenía la vasija.

-¡Casa Flamel!- gritó tirando los polvos a las llamas.

El pequeño fuego rojo pasó a convertirse en una enorme llamarada esmeralda y la chimenea también incrementó su tamaño lo suficiente para que una persona lograra entrar en ella.

-Ahora, mantén brazos y piernas juntos y no te espantes. Iré en unos momentos después de ti.

Mi mamá me llevó hasta el centro de las llamas antes de que pudiera preguntar de qué demonios estaba hablando. Un instante después sentí que daba vueltas por un tobogán, tuve que cerrar mis ojos para no marearme en el mar de fuego verdoso. Cuando sentí que al fin dejaba de moverme, abrí los ojos y vi a los expectantes Nicolás y Perenelle Flamel frente e a mí.

-H-hola.

-Petit Alya, que bueno es verte- me tendió la mano la bruja, me ayudó a salir de la chimenea-. Debes tener sed después del viaje, a muchos les irrita la garganta los polvos flú- me entregó un vaso lleno de agua.

En pocos segundos llegó mi mamá atravesando una cortina de fuego esmeralda y sosteniendo un saco grande lleno de regalos. Una escena que hacía alusión a Santa Claus.

-Wuhu- dejó el sacó a un lado de mí-. ¿Qué te pareció tu primer viaje en polvos Flú, Alya?

-Fue... yo... me sorprendió bastante.

-Me alegra que te gustara mi niña- habló Flamel-. Pensamos que sería un buen regalo de navidad.

-Ahora podrán visitarnos a nosotros o a tus amigos de Hogwarts cuando gusten y también sirve para... ¿cómo lo llaman ustedes?... ¿llamar por teléfono?- dijo emocionada Perenelle.

-Eso es asombroso.

Y así pasamos la navidad, en Francia con el matrimonio Flamel y lleno de risas y canticos de diferentes eras.

Alya Blythe y la cámara secretaWhere stories live. Discover now