CAPÍTULO 3

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–Vaya, vaya, ¿pero qué tenemos aquí? –se agacha para quedar a mi altura y aprovecho para fijarme en su cara, algo quemada por el sol y protagonizada por una cicatriz que le atraviesa toda la mejilla izquierda– ¿Qué hace una preciosidad como tú en un sitio como este?

–Deja que me vaya por favor, no diré nada –ruego desesperada con lágrimas recorriendo mis mejillas. 

La única respuesta que obtengo es su risa y su pistola apuntando directamente a mi cabeza. Siento el corazón golpear mi pecho con tanta fuerza que es incluso doloroso.

–De verdad que no quiero matarte, pero no me queda otra opción dulzura, no puedo arriesgarme.

Cierro los ojos de nuevo y me mentalizo para morir. Mi vida aquí es bastante mierda, pero aún así me hubiese gustado seguir viva un poco más de tiempo, quién sabe, tal vez en un futuro hubiese llegado a ser feliz de verdad.

–¿Unas últimas palabras?

Reúno todo el valor que me queda y abro los ojos, mi miedo se transforma en ira y fijo mi mirada llena de odio en los ojos del asesino.

–Púdrete –digo lo más alto y claro posible.

Si voy a morir, al menos lo haré con algo de dignidad. Noto como su expresión cambia radicalmente a una de furia y quita el seguro de la pistola. Ya está, este es mi fin. Aprieto mis puños a cada lado de mi cuerpo y siento el dolor de mis uñas clavándose en mis manos. No cierro los ojos, los mantengo abiertos y clavados en los del hombre que está a punto de acabar conmigo. Cuando creo que va a apretar el gatillo, una voz grave y firme lo interrumpe.

–Está conmigo.

Esas palabras son suficientes para que el hombre baje el arma con una expresión de fastidio y se vuelva para mirar a su emisor. El chico de los tatuajes observa la escena a un par de metros de distancia, con los brazos cruzados y una expresión sorprendentemente tranquila. Creo que nunca me he alegrado tanto de ver a alguien a quién odio, y dudo que alguna vez lo haga.

–¡No me jodas, Blake!

Así que ese es su nombre, Blake. Suena bien, demasiado bien para una persona tan desagradable como él. Aunque desagradable o no, me acaba de salvar la vida. Eso es innegable.

–Ya me has oído, o desapareces de aquí o serás tú el próximo en acabar así –señala el cadáver que yace tendido en el suelo sobre un charco de sangre.

–¡Me acaba de vacilar!

–Me importa una mierda, esfúmate de una puta vez.

El hombre se levanta, me aparta con un empujón y fulmina a Blake con la mirada antes de alejarse corriendo hasta desaparecer en la oscuridad de los callejones.

Suspiro aliviada y mis lágrimas comienzan a salir al darme cuenta de la magnitud del asunto. He estado a punto de morir y he presenciado un asesinato.

–De nada por salvarte la vida.

–Lo ha matado –digo para mí misma en un intento por asimilar lo que acaba de pasar, siento náuseas al observar el cadáver tendido a escasos metros de mí–, y estaba a punto de hacer lo mismo conmigo.

–Sí, ya lo he visto. No me va el rollo de héroe, así que ten más cuidado la próxima vez.

Lo miro incrédula al escuchar sus frías palabras.

–¿Cómo puedes ser así de insensible? –me obligo a dejar de llorar enfrente de él.

Se encoge de hombros y, sin decir nada más, se gira y empieza a caminar hacia la salida del callejón.

BLAKE [#1] ✔️  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora