Me despiertan unas voces y el sonido de las llaves a mis espaldas abriendo la puerta del apartamento. Abro los ojos para encontrar a Blake vestido de forma informal, con su habitual pantalón de chándal negro y una sudadera del mismo color. Está serio, como de costumbre. Y para mi sorpresa, no viene solo. De pie a su lado hay otro chico que me sonríe amigablemente. Me resulta familiar, pero mi estado de somnolencia no me permite descifrar el por qué. Sonrío un poco, es casi cómico verlos juntos. Blake viste de negro mientras que el otro chico lleva una camiseta tan blanca como la nieve. Los tatuajes y la piel bronceada de Blake contrastan con la palidez de su acompañante. Y también su pelo, negro como el carbón, es totalmente opuesto al suave color castaño del desconocido, el cual sonríe tranquilamente, mientras Blake parece querer asesinar al mundo entero hoy también. Transmiten cosas tan diferentes que es difícil mirarlos a los dos a la vez.
–Levántate –ordena Blake.
Recuerdo sus palabras de anoche, me dijo que tenía un plan y que hoy íbamos a rescatar a mi hermano. Eso podría explicar la presencia del otro chico. Le obedezco de inmediato, sintiendo el sueño desvanecerse por completo.
–¿Tienes hambre? –habla su acompañante– ¿Te preparo un café?
Tardo un poco en darme cuenta de que me está hablando a mí, y su oferta me pilla por sorpresa. Por la mirada que Blake le lanza, sé que él tampoco se lo esperaba. No parece enfadado, más bien sorprendido e incluso un poco divertido. Aunque esto último es difícil de afirmar, porque su expresión sigue siendo igual de seria que antes.
–Esta es mi casa, ¿sabes? Puedo ofrecer desayuno yo mismo a mis invitados.
–Pero no lo ibas a hacer, Blake –responde el chico encogiéndose de hombros y con una sonrisa burlona en el rostro.
–Ya, pero eso no te da derecho a hacerlo tú.
–Un café está bien –los interrumpo–, voy a asearme.
Los dos chicos me prestan atención y asienten a la vez, dejando a un lado su conversación. Cojo unas mallas negras cortas y una sudadera color albaricoque de mi mochila y desaparezco en el interior del baño. Aunque Blake ha barrido los cristales del suelo, el espejo sigue roto. Falta gran parte del cristal en la zona central, donde seguramente le dio el puñetazo. No sé cómo su mano sigue entera después de aquel golpe. Aprovecho los pequeños trozos que han sobrevivido y que siguen anclados a la pared para poder verme. Tras hacer pis, lavarme los dientes y ponerme la ropa, vuelvo con los chicos. Un café humeante descansa en la barra de la cocina y no tardo en dar el primer sorbo. Están tan concentrados analizando unos papeles que no se dan cuenta de mi presencia hasta que el sonido del taburete me delata. Blake parece no inmutarse y continúa leyendo. El otro chico levanta su cabeza en mi dirección y me dedica una sonrisa que enamoraría a cualquiera. Rápidamente caigo en que es el chico que nos dijo dónde encontrar al jefe de Blake. Por eso me sonaba.
–¿Te acuerdas de mí? –habla el castaño, dejando a un lado los papeles que estaba ojeando, yo asiento con la cabeza– Soy Miles, ayer no me presenté. Amigo y compañero de trabajo de este hijo de puta. Y como habrás podido comprobar, mucho más simpático que él –Blake por fin deja de leer y le da un fuerte codazo, yo sin embargo, río ante el comentario de su amigo, porque no puede ser más cierto–. ¿Tu nombre es?
–Helena.
–Genial, Helena, pues tenemos un plan.
Durante los siguientes 20 minutos me explican entre ambos el supuesto plan, y no sabría si definirlo como brillante o como el peor de los planes posibles.
–¿Entonces básicamente tengo que dejar que Bill me secuestre?
–Eso mismo –sonríe Miles satisfecho.
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BLAKE [#1] ✔️
AcciónCuando su hermano es secuestrado y unas inquietantes notas aparecen en su casa, a Helena solo le queda una opción. Recurrir a Blake, el amenazante chico de los tatuajes. Frío, cortante, insensible y condenadamente sexy. Para su sorpresa, él está dis...