CAPÍTULO 4

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Releo las palabras un par de veces más, sin querer asimilar lo que está sucediendo. 

Matt ha sido secuestrado por mi culpa. 

Con las manos temblorosas, busco en el cajón la nota de ayer y guardo ambas en el bolsillo de mis vaqueros. Después, sin darle demasiadas vueltas, salgo de casa y emprendo mi nueva misión suicida. 

Soy plenamente consciente de que lo que estoy haciendo es probablemente la más peligrosa de mis opciones. He pensado en avisar a la policía, o incluso intentar contactar con Blake, ya que el asesino parecía respetarle bastante. Pero la nota dice claramente que vaya sola. 

Sé que probablemente no salga viva de allí, pero al menos lucharé para que mi hermano sí que lo haga. Yo misma pagaré por el lío en el que me metí, pero no pienso permitir que Matt salga herido.

Camino hasta la parada de bus más cercana mientras hago una rápida búsqueda en internet. Afortunadamente, hay un autobús que me deja muy cerca de la dirección. Conozco esa zona de la ciudad, aunque preferiría no hacerlo. Está a las afueras y es una especie de polígono industrial, lo cual significa que a estas horas de la noche debe estar desierto. 

Me muevo inquieta de un lado para otro mientras espero al autobús. Aparecen otras dos líneas distintas antes de que llegue la mía. El trayecto dura unos diez minutos, y cuando dejamos atrás el centro de la ciudad, donde se bajan los pocos pasajeros que me acompañaban, me quedo sola en el vehículo. El conductor me observa con curiosidad cuando solicito la parada.

–¿Estás segura de que quieres bajar aquí?

–Sí, muchas gracias.

–Que tengas una buena noche –se despide el hombre.

Le sonrío como respuesta y salgo a la calle antes de que el miedo me lo impida. Observo como el autobús se aleja hasta que lo pierdo de vista cuando dobla una esquina, y me quedo completamente sola. Un silencio absoluto reina en el lugar. Estoy en la Avenida de los Cipreses, número 9. Comienzo a caminar en línea recta y veo cómo los números van subiendo. 

Número 19. 

Unos pasos más. 

Número 20. 

Una manzana más. 

Número 22. 

Mi corazón late con fuerza cuando llego al punto exacto. Me estremezco al descubrir que he sido citada en un parking subterráneo. Ahora entiendo el -5 de la dirección. Pensé que era una errata, pero se refiere a la planta -5. 

Todo mi cuerpo me pide que salga corriendo lo más rápido que pueda y llame a la policía. Estar cinco plantas bajo tierra con un asesino, en una zona desierta de la ciudad y en plena madrugada no parece la mejor de las ideas. Inspiro con fuerza, intentando sin éxito calmarme un poco, y obligo a mis piernas a moverse. 

No he venido hasta aquí para salir huyendo.

Abro la puerta, que se mueve con un ligero chirrido, y el primer tramo de escaleras me recibe. Las bajo despacio, atenta a cada parte del camino y a cualquier ruido. No se escucha nada, el silencio es absoluto excepto por el sonido de mis pasos y el leve eco de algunas gotas cayendo. La oscuridad es casi máxima, solo unas luces anaranjadas de emergencia iluminan tenuemente el camino. 

Cuando llego a la planta -3 decido adentrarme y recorrer el interior del parking. Supongo que todas las plantas tendrán una distribución similar, y me irá bien conocerla antes de llegar a la -5. 

Quizá me sea útil si necesito huir. 

Así que con sigilo y tras comprobar que efectivamente está vacía, me adentro en el aparcamiento y lo recorro un par de veces. La planta es enorme, tiene forma de L y no hay ni un solo coche estacionado, lo cual me hace preguntarme si el parking está abierto al público. Hay una puerta en cada extremo de la L, aunque la del lado opuesto a la que yo he utilizado para entrar está cerrada con llave, por lo que solo hay una salida posible. Retrocedo hasta la planta -2 y después bajo a la -4, para comprobar que ambas son idénticas a la -3 y que la segunda salida efectivamente también está cerrada. 

BLAKE [#1] ✔️  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora