CAPÍTULO 20

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El sonido agudo del timbre me hace abrir los ojos. Blake gruñe a mi lado y se acomoda para seguir durmiendo, pero se da por vencido cuando el timbre suena una segunda vez. Observo cómo se levanta, se pone los calzoncillos y sale de la habitación cerrando la puerta a sus espaldas.

Miro la hora en el reloj de la mesita de noche, son las nueve de la mañana. La habitación está bastante iluminada, por lo que deduzco que hace sol fuera. Barajo la posibilidad de dormir un poco más, pero la curiosidad me puede. Quiero preguntarle a Blake qué pasó ayer cuando fue a ver a su jefe. Iba a sacarle el tema después de cenar, pero no tuve la oportunidad.

Con mi objetivo en mente, me levanto y busco mi ropa por la habitación. Encuentro mis bragas y mis mallas tiradas en el suelo, pero no hay rastro de lo demás. Entonces recuerdo que lo dejamos en el salón. Camino hacia el armario de Blake y cojo una de sus camisetas negras. Me sorprende ver que tiene como mínimo diez, ahora entiendo porque casi siempre viste así. El olor de su colonia me envuelve cuando me la pongo.

Al salir de la habitación lo encuentro sentado en la mesa engullendo una de las hamburguesas de la cena, no hay ni rastro de la otra.

–Reconozco que tu salsa no estaba tan mal –dice al percatarse de mi presencia–. Me he comido las dos, ¿tienes hambre?

Niego con la cabeza como respuesta.

–¿Quién era? ¿Esperabas visita?

–El repartidor –señala una caja de cartón que hay en el suelo, justo al lado de la puerta.

–¿Puedo darme una ducha?

–Claro, ya sabes donde está el baño.

Recupero el resto de mi ropa y me dirijo al cuarto de baño. Cuando termino de asearme, vuelvo al salón vestida con la misma ropa que ayer, las mallas y el top. Blake ha terminado de comer y ahora en la mesa hay un café humeante, un bol con fruta y un par de rebanadas de pan tostado con aceite y queso. Sonrío, el mismísimo Blake acaba de prepararme el desayuno.

–Come algo, ayer no cenaste.

Le doy las gracias, la verdad es que la ducha ha despertado mi apetito. Blake desaparece en el cuarto de baño y una música que no conozco pero que identifico como rap empieza a sonar. Me tomo una de las tostadas, un poco de fruta y el café. Todo está buenísimo, y mi vacío estómago lo agradece un montón. Mientras espero a que Blake termine, guardo lo que ha sobrado en la nevera y friego los platos y vasos que hemos ensuciado entre los dos. Terminamos a la vez y Blake es el primero en romper el silencio.

–¿Estás lista? Tengo algo que enseñarte –asiento emocionada y él señala la puerta–, pues vamos.

Antes de salir, saca algo que no alcanzo a ver de la caja que trajeron esta mañana y lo guarda en el bolsillo de su pantalón. Después me conduce escaleras abajo y agradezco no tener que ir en ascensor, es demasiado estrecho y no sé muy bien cómo reaccionaría después de lo de anoche. Ninguno de los dos ha dicho nada al respecto todavía, y esta vez no pienso ser yo quien saque el tema.

Al llegar a la calle gira a la derecha y empieza a andar bastante deprisa. Acelero mis pasos para seguirle el ritmo y decido que si vamos a ir andando a donde sea que quiera llevarme, este es un buen momento para hablar, pese a que Blake no parezca muy por la labor. Sus silencios ya no son nada nuevo para mí.

–¿Qué pasó ayer? –antes de que me malinterprete, especifico– Con tu jefe, me refiero.

–Tú siempre tan curiosa –sonríe–. Llevabas razón, estaba enfadado y quería matarme, pero no lo hizo porque le juró a mi padre que no lo haría. Básicamente me dijo que la siguiente cagada no me la perdonará, y que va a tenerme más vigilado de lo normal los próximos días.

BLAKE [#1] ✔️  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora