CAPÍTULO 9

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El silencio mientras volvemos me resulta asfixiante. Blake camina a mi lado, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada. Algo le preocupa, y sospecho que está relacionado con mi vacío mental. Sin embargo, decido no tocar el tema hasta que llegamos a su apartamento y él hace lo mismo. Una vez allí, me doy una ducha para eliminar por completo el olor a hospital de mi cuerpo. Ya es de noche, así que me visto con mi pijama veraniego. Cuando salgo del cuarto de baño, secándome el pelo con una toalla, Blake me está esperando sentado en el sofá.

–Supongo que quieres respuestas –dice al verme. 

–Supones bien.

–Siéntate –ordena.

Le obedezco y tomo asiento a su lado, dejando entre ambos un espacio prudencial. Se mantiene en silencio unos minutos, y yo me limito a esperar pacientemente a pesar de que muero por escuchar lo que tiene que decirme. Finalmente, cuando creo que no aguantaré más, se aclara la garganta y clava su mirada en la mía.

–Estás loca.

Alzo mis cejas, desconcertada. Esa no era exactamente la respuesta que esperaba. Al ver que no tiene intención alguna de seguir hablando, soy yo la que lo hace.

–¿Podrías explicarte un poco mejor? Por si no te acuerdas, he perdido la memoria y no tengo ni la más mínima idea de lo que quieres decir.

Sí, eso era sarcasmo. Bendito sarcasmo.

–Estás putamente loca.

Esta vez ruedo los ojos exasperada y me levanto del sofá, dispuesta a encontrar respuestas por mi cuenta. Iré a un vidente si hace falta y recuperaré los recuerdos perdidos. Al parecer es inútil intentar hablar con este chico. Además el día ha sido intenso y estoy demasiado cansada, así que mi paciencia es escasa a estas alturas. Sin embargo, cuando apenas he dado un paso, su voz me detiene y vuelvo a tomar asiento.

–Fuiste a tu casa. Ignoraste completamente todo lo que te dije y fuiste a tu puta casa sin ni siquiera avisarme.

Ahora se le ve enfadado. Yo, sin embargo, sigo sin entender nada. ¿Por qué es tan grave que haya ido a mi casa?

–¿Y cuál es el problema? Eso no explica mi ataque de ansiedad.

Suspira y me dedica una mirada angustiosa. Un escalofrío me recorre el cuerpo entero. Es como si sus ojos me hablasen y me gritasen que lo que tiene que contarme no va a gustarme.

–Bill también estaba allí.

Esas palabras son suficientes para congelarme la sangre. ¿Bill y yo en mi casa? Dios mío. ¿Qué ha pasado? ¿Acaso él ha abusado de mí? Eso explicaría bastante bien mi ataque de ansiedad. Demasiado bien, a decir verdad.

–Ey, cálmate –dice Blake tomando mi mano y obligándome a abrirla. Solo entonces me doy cuenta de la fuerza con la que estaba cerrando mis puños y soy consciente del dolor que me estaba autoprovocando. Lo miro agradecida, pero no soy capaz de calmarme hasta que escucho sus próximas palabras–. No te hizo nada, de hecho, ni siquiera te vio.

Mi miedo se convierte en confusión. Él parece notarlo y continúa con la explicación.

–Te escondiste en el armario de tu hermano, me avisaste y cuando llegué Bill ya no estaba. Joder Helena, me diste un susto de muerte. Revisé toda la casa y no estabas, te llamé y no contestabas –vuelve a pasarse las manos por el pelo, al parecer siempre lo hace cuando está nervioso–. Estaba a punto de irme, a punto de presentarme en la casa de ese imbécil y reventarlo, cuando vi esto.

Sigo con la mirada su dedo extendido hasta ver mi mochila en una esquina del salón, tirada sin cuidado alguno. No recuerdo haberla traído.

–Estaba metida debajo de la cama de tu hermano, así que supuse que estabas en su habitación cuando oíste a Bill llegar. La revisé entera y te encontré escondida dentro del armario. Te alteraste mucho al verme, intenté calmarte, pero solo me alejabas. Me tenías miedo –hace una breve pausa para respirar y después continúa con su relato–. Gritabas e intentabas huir, ocultarte aún más en ese armario Te golpeaste la cabeza con uno de esos movimientos bruscos y entonces fue cuando te desmayaste. Te llevé al hospital y bueno, creo que el resto ya lo recuerdas.

BLAKE [#1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora