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Rin se había ido con su equipo de baloncesto y yo me quedé en el salón esperando a que acabe el receso. Las vibraciones que causaba la música proveniente de mis audífonos hacían que caiga en completa relajación. Disfrutaba mucho ella. Hace poro encontré una canción muy linda, la empecé a repetir y repetir. Inspira un aire a nostalgia impresionante. Gracias a ella pude desplazar mi lápiz en una hoja de papel sin miedo a cometer algún error o el detenerme un rato a pensar en qué seguirá después. Me encantaba esta estimulación.
Es total inspiración.
Soy de esas personas que disfruta la música cómo si fuera yo la que la que la compusiera. Escucho un poco de todo, no es que tenga inclinación por algún genero en particular. Todo depende de mi estado de ánimo. Amo cantar a todo pulmón en la ducha, es de mis momentos favoritos del día. Aunque me tome mucho tiempo terminar la hora del baño. Varias veces he volado la palanca de luz de la casa, y ver a mi madre con esa expresión de estar harta de mí, sin duda es lo más gracioso del mundo.
— Shizuka, te llaman.
Yamiwa era de las que se sentaban al frente de toda la clase y tenía las mejores calificaciones del aula. No había intercambiado palabras hasta este entonces con ella. Pero el estar 2 semanas en el mismo salón era suficiente para que sepamos algo la una de la otra. Ella señalaba a la entrada del salón y en el marco de la puerta se encontraba una chica muy atractiva. Apagué rápidamente la música de mi celular y me acomodé para acercarme a la pelinegra. Llegué donde ella y la pude ver detalladamente.
— ¿Eres Shizuka verdad? Soy Kiyoko. — Cabello oscuro como la noche y brillante como las estrellas que se encuentran en ella. Unos ojos que parecían 2 zafiros resplandecientes cubiertos por un cristal, cual dos piezas preciosas. Piel blanca como la nieve con pequeñas tonalidades rojas que hacían notar la circulación de su sangre por todo su cuerpo. Dios mío.
¿Qué estas chicas no aparecen solo en las películas?
— Así es, mucho gusto. — me sentí un tanto apenada con la presencia de la chica. No es que sea lesbiana, pero sabía reconocer la belleza de cada persona, sea hombre o mujer.
— Me dijeron que estabas interesada en representar algún club de deporte y... quería saber si te gustaría hacer la prueba para ser manager conmigo en el equipo masculino de Volleyball. — se notaba desde kilómetros que Kiyoko era alguien tímida, lo que la hacía ver muy tierna. Solo me limité a sonreír mientras escuchaba. Siempre lo hago cuando empiezo a conocer a alguien, siento que es un gesto muy cálido con el que se puedan sentir cómodos conmigo. — Este es mi último año y, me gustaría dejar a los chicos de segundo y primero con alguien que los pueda ayudar en todo lo posible así como lo hice yo estos 2 años.
Eso era cierto, tenía que dejarle el legado a alguien más, tanto para los actuales jugadores, como a los próximos que entren.
— Está bien Kiyoko, no hace mal probar algo nuevo. — Aunque ya había asistido a un entrenamiento, lo visualicé por fuera del equipo. Esta vez estaré al lado de la pelinegra ayudando en lo que me pida.
— Te lo agradezco mucho Shizuka. Te veo en el gimnasio después de clases. — dijo para luego salir trotando de alegría.
Que simpática.
Algo que me tranquilizaba era que ya conocía a todos en el club, así que no será tan incómoda como las primeras veces que te incluyen a un grupo de amigos. Volví a entrar al salón y al fondo pude ver a los dos amigos terminando de almorzar en sus sitios. Iba de frente a lo mío cuando otra voz me llamó.
— Shizuka, ¿hablaste con Kiyoko? — era Yamaguchi, lo vi acomodando su mesa en su lugar para proceder a sentarse en ella. Asentí con la cabeza a su pregunta mientras me acercaba para posicionarme en la mesa que estaba frente a él. — Y ¿Qué tal?, ¿Irás hoy al entrenamiento?
— Sí, Kiyoko se ve muy agradable. Me convenció.
Tampoco es que tuvo que hacer mucho esfuerzo. Luego de eso sonó el timbre que indicaba en inicio de la última hora de clases.
— Genial, esperamos verte más tarde, ¿verdad Tsuki? — el de pecas se dirigió a su mejor amigo y este lo ignoró épicamente, cosa que me hizo reír en mi interior. Sobre todo por lo normalizado que tenía Yamaguchi a la actitud de el más alto.
— Claro — le dije con una gran sonrisa al chico peliverde. Luego dirigí mi vista al rubio y este alzó la mirada como si supiera lo que estaba por hacer. — También espero verte ahí, Tsukishima. — Una sonrisa burlona se formó en mis labios al ver al de lentes incomodarse y rodar los ojos ante mi comentario.
...
Me encontraba caminando hacia la puerta del gimnasio una vez más. El fuerte ruido de los balones siendo azotados ya se me hacía familiar.
— No puede ser, lo siento mucho Shizuka. — La misma voz proveniente del chico de tercer año fue la primera que escuché al llegar. Sugawara me miró preocupado al ver que esta vez sí se había llevado la puerta conmigo. Me acomodé la falda y el cabello puesto que, a diferencia de hace dos días, hoy si estuve por caerme.
— Parece que esto se nos hará una costumbre — le dije con un risueño gesto con risas entre medio. Este imitó mi acción y me invitó a pasar.
Ni bien puse un pie en ese resbaloso piso pude sentir las miradas de todos los que se encontraban estirando para empezar con los entrenamientos. Sobre todo la de Hinata, quién había gritado para saludarme desde el lugar en el que estaba. Les devolví el gesto a todos, hasta a Tsukishima. Pero para variar, este solo voltea la mirada.
Me acerqué hasta donde estaba Kiyoko. Esta me presento al profesor Takeda y al entrenador Ukai. Ya había oído hablar él. Pero me sorprendí al enterarme que este era el nieto del entrenador original. Lamentablemente, este se encontraba delicado de salud, por lo cual no podía regresar.
— Bien Shizuka, puedo empezar recomendándote algunos libros de la biblioteca para que te puedas acostumbrar a las terminologías. No soy tan pesados, lo prometo. — y aunque fuera cierto, no tendría problema con ello. Pero sí me ahorra tiempo. Asentí ante lo que me dijo la pelinegra y la seguí para que me mostrara los cuartos del gimnasio.
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𝐒𝐓𝐄𝐍𝐃𝐇𝐀𝐋 -𝑻𝒔𝒖𝒌𝒊𝒔𝒉𝒊𝒎𝒂 𝑲𝒆𝒊-
Romantizmεïз 𝑳𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒏𝒐𝒔 𝒅𝒂 𝒗𝒖𝒆𝒍𝒕𝒂𝒔 𝒊𝒏𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒂𝒅𝒂𝒔. 𝑪𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒐 𝒅𝒆𝒕𝒂𝒍𝒍𝒆, 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒂 𝒂𝒄𝒄𝒊ó𝒏 𝒚 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒂 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊ó𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒐𝒎𝒆𝒔 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆 𝒖𝒏 𝒑𝒓𝒐𝒑ó𝒔𝒊𝒕𝒐. εïз 𝑻𝒐�...