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El comedor estaba medianamente lleno, pero pude encontrar un buen sitio para sentarme. La mesa estaba apartada en una esquina del lugar, solo contaba con 3 asientos, así que me posicioné en el que estaba al lado de la ventana.
Originalmente pensaba en comprarme algo para almorzar, pero la tentación de probar el postre de la castaña me sobrepasaba. Abrí el compartimento transparente y lo pude ver.
Una rebana perfectamente cortada, no era ni tan grande, ni tan pequeña. Lo suficiente como para que te quite las ganas de comerla, pero no demasiada para empalagarte. Sentí el aroma de la crema batida entrando por mis fosas nasales. El contraste entre el biscocho de vainilla y el rojo vivo de las fresas hacían de esta toda una experiencia.
Agarré la pequeña cuchara que estaba sellada y pegada a un lado del envase. Tomé el primer trozo de pastel.
Suave.
Traté de agarrar de todo un poco en esa cucharada. Mientras la acercaba a mí pude distinguir los demás olores provenientes de ella.
Dulce.
Todos los sabores se mezclaban en mi boca. La crema batida aún seguía con una consistencia sólida. El bizcocho no estaba seco, al contrario, tan suave y jugoso como si estuviera recién preparado. Ni hablar de las fresas. Grandes, frescas y estaban en su punto de dulzor.
Agarré otra cucharada, solo para confirmar. Y efectivamente.
Sin duda era el mejor pastel de fresa que había probado.
Seguí disfrutando cada bocado lentamente. Con la vista perdida, y todos mis sentidos nulos. Menos el del paladar, este estaba teniendo un festival, una combinación perfecta de sabores que trataba de descifrar.
Ahí fue cuando caí en cuenta, recopilando nuestra conversación. Se me había pasado por completo el agradecerle a Shizuka.
Sentí la culpa como un valde de agua fría. Y es que, me quedé tan sorprendido ante su detalle hacia mí, que no tenía cómo formularle un simple "gracias".
Claramente no era la primera vez que me obsequiaban cosas, pero esta no me lo esperaba en lo absoluto.
Llevaba ya más de un mes conviviendo con ella casi a diario, desde la mañana hasta la noche. Y de tantas conversaciones que tuvimos, en alguna se me debió salir el dato. Su forma de platicar es tan natural, que me hace hablar más de lo que me gustaría. Eso era raro, pero no me incomodaba, ya que Shizuka inspira confort. De alguna manera, me alivia el saber que todas nuestras charlas no son en vano. Me sentí escuchado.
Sonreí al recordarla buscar el postre en su mochila, tenía un leve tono rosa en las mejillas.
Me agradaba, eso lo tenía claro.
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𝐒𝐓𝐄𝐍𝐃𝐇𝐀𝐋 -𝑻𝒔𝒖𝒌𝒊𝒔𝒉𝒊𝒎𝒂 𝑲𝒆𝒊-
Romanceεïз 𝑳𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒏𝒐𝒔 𝒅𝒂 𝒗𝒖𝒆𝒍𝒕𝒂𝒔 𝒊𝒏𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒂𝒅𝒂𝒔. 𝑪𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒐 𝒅𝒆𝒕𝒂𝒍𝒍𝒆, 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒂 𝒂𝒄𝒄𝒊ó𝒏 𝒚 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆ñ𝒂 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊ó𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒐𝒎𝒆𝒔 𝒕𝒊𝒆𝒏𝒆 𝒖𝒏 𝒑𝒓𝒐𝒑ó𝒔𝒊𝒕𝒐. εïз 𝑻𝒐�...