PRÓLOGO

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Holaaaaa :)
La verdad es que soy nueva en esto, o sea, es la primera vez que voy a publicar un libro en serio (tengo otros dos publicados, pero son de cuando era más pequeña y me dan mucha vergüenza ajena. Je, je...)

En fin, el caso es que me aburría y dije: "Oye, ¿por qué no escribir otro libro? Y aquí estoy. El prólogo ya lo traía escrito de antes, y también parte del 1er capítulo así que...no sé que iba a decir, pero bueno.

Bueno, bueno, mucho texto, y además esto quizá ni lo lea nadie, jajajaja pero bueno, ahí está.

Ahora sí, el prólogo.

Una estrella que no tiene nombre muere el mismo día, el mismo mes, el mismo año, el mismo minuto, el mismo segundo, en definitiva, en el mismo momento en que una niña nace.

      La estrella no tiene nombre, ya que no destaca en nada especial, no es muy grande, ni brilla mucho, ni forma parte de ninguna constelación. Una estrella normal, dirán muchos, pero esta estrella no es normal. Al morir, la estrella libera estelas de colores morados, verdes y azules. Los científicos no lo saben, pero cada vez que una estrella “normal” muere, esta libera los más bellos colores, que caen al cielo como pintura a un lienzo y colorea la noche cada cierto tiempo, porque, claro, tardamos bastante en darnos cuenta de la muerte de una estrella, que está a miles de años luz.

       Pero esta estrella es especial. O quizá no sea la estrella en sí, sino el momento. A veces no es lo que sucede, sino cuando, dónde y cómo.
     
          De lo que no hay lugar a dudas es que es un fenómeno que no volverá a suceder, ya que una estrella no suele dar la vida para que nazca un humano.

En un hospital de algún lugar del mundo, una madre está teniendo dificultades en su parto. Tras mucho esfuerzo, la niña nace y la estrella muere, pero...Oh, ¿qué pasa? La madre no respira, no tiene pulso. Rápidamente la trasladan para intentar reanimarla, pero es demasiado tarde.

El padre pasa a la sala con su hijo, impaciente este por ver a su hermana menor. Al no ver a su esposa por ningún lado se alarma, ya que en un primer momento les informaron de que en el parto la madre corría mucho riesgo.

–¿Y mi mujer? -pregunta el hombre con el terror incrustado en su corazón.

–Verá, señor...-dice un médico-. Su esposa falleció al dar a luz a la niña.

El hombre queda en shock. El sabía que la niña no debería de haber nacido, ya les habían advertido de los riesgos que su esposa corría ¡si ni siquiera era su hija! ¿Por qué accedió a ello?

El señor se pone a recordar, y recuerda el que ahora es el segundo peor día de su vida, después de este. Recuerda cuando una noche llegó su esposa de trabajar, llorando.

El hombre acudió a ella, preguntándole que había pasado. Ella le confesó que llevaba 3 meses acostándose con otro hombre y que se había quedado embarazada. Le aseguró que se arrepentía muchísimo, y el hombre la quería demasiado como para no tenerla a su lado.

–Papá, papá -dice su hijo devolviendo a su padre a la realidad-. ¿Dónde está mamá? -el médico había hablado demasiado rápido y el niño no le había comprendido.

–Muerta -responde su padre insensiblemente.

El niño reflexiona y acto seguido pregunta:

Fragmentos De EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora