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Seguíamos dando vueltas en el coche mientras Wesker hablaba con el subcomisario por el móvil. Márquez conducía con agilidad el coche y en ningún momento desviaba la mirada del camino. Definitivamente me gustaría pasar más tiempo con ella a futuro. El auto de enfrente viró en U y ella lo siguió de cerca, tal parece que volveríamos a la sede. La reunión era en algunos minutos y nos tenían dando vueltas porque la gente no era lo suficientemente capaz de tomar una decisión. El SNI es un ente gubernamental y la policía de Marbella se pasaba ese hecho por los putos cojones, nos tenían de aquí pa' allá como si fuéramos unos perros, cuando nosotros estábamos por encima de ellos. Este trato era inaceptable.

Cambiaría eso.

Minutos después llegamos nuevamente al observatorio, dónde Márquez aprovecho de ponerme al día con las instalaciones de nuevas cámaras en lugares calientes y también en los alrededores y dentro de la sede. Eso sería bueno, teníamos gente que proteger dentro de esas paredes.

Saqué un móvil de mi bolsillo y fui a hacerme una foto, Vera se acercó y me ayudó con ello, era un desastre. Tantos móviles encima serían un gran problema para mí. Entonces sin darme cuenta comencé a tirar toda mi frustración al respecto con la probe rubia. En mi mente era un eterno recordatorio de mi hija que seguía sin querer verme o estar siquiera en contacto conmigo

–Lo siento... Digo, no es mi culpa, pero lo siento– dijo la chica rápidamente conforme terminé. En serio, era muy agradable está jovencita.

–¿De que no tiene la culpa?– preguntó Wesker acercándose a nosotras.

–De existir... Paul– respondió con diversión, le hacía gracia mi arrebato –es que la jefa ha dicho que se siente abrumada de tanto aparato electrónico.

–Aquí que me ponen no sé cuantos móviles– comencé nuevamente con exasperación – que digo que no quiero móviles y que me entregan móviles, que si el personal, el de trabajo, que si la radio, que si la central– había empezado a moverme de lado a lado moviendo las manos y haciendo cuentas con mis dedos, frustrada –me tienen loca todos y ustedes, miren que necesito vacaciones– concluí alejándome de ambos un poco.

–Y acaba de llegar– el susurro de Wesker llegó a mis oídos generándome un picor de molestia. ¿Acaso se cree que porque estaba fuera no he trabajado?

–¿Cómo ha dicho Wesker?– la violencia con la que giré y lo encaré le tomó por sorpresa –es que no le he oído– añadí acercándome un poco más. Márquez estaba con las manos tras la espalda y pude notar como su rostro se tornaba de color rojo.

–Tiene toda la razón– se apresuró a responder desviando la mirada a Vera buscando ayuda –es que yo también las necesito.

–¿Verdad? ¿Verdad que sí la tengo?– lo interrumpí cuando mi cerebro procesó su última oración –pues no se las voy a dar, porque tiene usted mucho trabajo– me erguí imponiendo mi altura ante él, curiosamente éramos casi del mismo tamaño –es más no me gusta que esté aquí plantado, vaya a buscar y hacer cosas– ordené señalando la puerta de la sede.

–Disculpe, tiene razón– con eso dicho, Paul se marchó. Miré a Márquez antes de girarme a ella.

–Y usted también Márquez, haga cosas– ella respondió con unos leves "sí, sí" –no la quiero ver parada– al escuchar eso, la pobre corrió detrás de Wesker.

Ambos entraron al edificio. Al quedarme sola, decidí mirar los alrededores con más detenimiento. Era sin duda una vista maravillosa la que se apreciaba desde aquí. Entendía porque la gente subía hasta aquí, lo que no entendía era porque un padre le haría daño a su hijo.

Mi hija no quería una relación conmigo, no entendía el porqué, no entendía porque había cruzado la línea y se había metido en tantos líos, no entendía porque se alejaba de mi y a la vez quería llamar mi atención. Cuando Theodore murió nuestras vidas habían cambiado, y sabía que eso pudo haberle afectado a Darlene de una u otra forma, al igual que mis inagotables horas de trabajo me reducían el poco tiempo que podía pasar con ella. Sabía que esos eran factores claves para su comportamiento, pero... Era mi hija.

Me preocupaba, me sentía culpable de nuestra relación, me presionaba para ser mejor por ella y parecía que nada funcionaba, que al contrario, la alejaba más y más de mi. Sufriendo ambas las consecuencias.

¿Porqué hacerlo difícil para las dos?

Suspiré pesadamente. No importa si tengo que cruzar las líneas, mientras lograra encontrar a Darlene, lo haría.

Caminé de regreso al obelisco frente a la sede justo a tiempo para ver salir a Wesker nuevamente con el traje gris puesto. Un poco más formal de lo que yo misma vestía. Se detuvo frente y cruzo los brazos.

–¿Qué le parece así, señora DiPierro?– lo observé levemente por sobre las gafas.

–Así está usted estupendo– respondí con sinceridad –le sientan bien los trajes.

–Muy amable, gracias– dijo por lo bajo. El silencio se hizo presente, dándome tiempo para pensar en algunas cosas clave que debía de hacer hoy –¿Cómo asume su cargo actual?– cuestionó con calma, le sonreí levemente.

–Pues como todos los cargos que me han dado a lo largo de mi vida, Wesker– desvíe mi mirada de sus ojos y me enfoqué en Márquez, quien se acercaba lentamente –con entereza y muchas ganas– concluí volviendo a mirarle.

–¿Qué le gustaría hacer ahora antes de la reunión ya que se ha atrasado otra vez?– perfecto, más gente con falta de puntualidad.

–Quisiera ver a los policías, ya sabe, los polluelos– Wesker asintió y se dirigió al coche, Márquez subió detrás de él, así que me subí del lado del copiloto –quiero ver lo que hacen y como lo hacen.

–¿Quiere ir a la comisaría?– preguntó poniendo en marcha el auto colina abajo, a la ciudad.

–Me gustaría organizar un poco estos meollos, porque no me gusta el desorden. ¡Me pone un poco nerviosa!– exclamé aumentando cada vez más la voz.

–¿Se puede decir que tiene TOC?– cuestionó Vera desde el asiento trasero.

–Un poquito, Márquez– respondí haciendo una seña con mis dedos. A ella se le escapó una risita.

Bajamos la colina, Wesker se quejaba de que lo único que hacía era trabajar y escuchar la radio de la policía. Márquez le hacía bromas de lo aburrido que era. Me hacía gracia la situación. Se detuvo en un semáforo en rojo y giró un poco en mi dirección.

–¿Sabe usted lo mal que han dejado parado al SNI?– Wesker seguía con las manos en el volante.

–Sí– admití con seriedad –tal parece que hacen de vista gorda la existencia de este ente gubernamental y vengo a cambiar eso.

–Espero que lo logre– la interrupción de Márquez fue veloz y con súplica en su voz acercándose al medio de los asientos –tengo pocos días aquí y ya no aguanto.

–Vera...– el llamado de atención por parte de Wesker me sorprendió.

–Perdón– se disculpó volviendo a su lugar y miró por la ventana como una niña pequeña.

–Tranquila Márquez– la consolé desde mi lugar en el coche –todos en esta ciudad aprenderán a respetar el Servicio Nacional de Inteligencia por como me llamo Dominique DiPierro.

El coche se puso en marcha nuevamente. Dimos algunas vueltas, recorriendo la ciudad, cada dos por tres pasaban frente a nosotros autos con patrullas detrás en plena persecución. Márquez se dedicaba a enseñarme algunas cosas con respecto a los móviles. Wesker por su parte, hablaba por móvil, gruñía por la radio y susurraba maldiciones. Comentó también que debíamos ir a la comisaría para reunirnos con la policía y el subcomisario Toni. Dejó el coche en la entrada de la comisaría y bajamos esperando la bendita reunión.

–Tres minutos para que lleguen– anunció Wesker en voz baja. ¿Cómo que tres minutos?

–¡Tres minutos!– exclamé exasperada –¡Qué poca decencia hacernos esperar!

–Sí... Bueno– escuché decir a Vera en un susurro.

–¡Como si yo no tuviera cosas que hacer!– continúe está vez caminando de un lado a otro frustrada –con lo de informes que tengo que rellenar.

Márquez se acercó y me sugirió ir dentro, la seguí, obligándome a calmarme. Los tres nos adentramos en el edificio. Me mostraron la comisaría y algunos agentes que andaban reponiendo cosas y cerrando informes.

Esperaba que en algún momento hiciera acto de presencia el subcomisario. Esto estaba tardando.

DiPierro (Domisker) Final AlternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora