Epílogo

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°•Un año después•°

________•°Sara°•________

En algún lugar de Canarias.

Miraba el atardecer desde el porche de la casa, con Sally reposando la cabeza sobre mis piernas. Habíamos pasado la tarde recolectando conchas de mar, una actividad que nos traía paz y nos permitía olvidar, aunque fuera por un momento, el tumultuoso pasado que compartíamos. El cielo se teñía de tonos anaranjados y rosados, reflejando la serenidad que buscábamos en nuestra nueva vida. La brisa marina acariciaba suavemente nuestros rostros, trayendo consigo el aroma salado del océano y el susurro de las olas rompiendo en la orilla.

El porche de la casa estaba decorado con plantas en macetas y una vieja mecedora que crujía con cada movimiento. Desde allí, podía ver el jardín que habíamos cultivado con esmero, lleno de flores silvestres y hierbas aromáticas. Más allá, la playa se extendía como un manto de arena dorada, bordeada por dunas y pequeños arbustos que se mecían al ritmo del viento.

Sally rompió el silencio luego de unos segundos, su voz suave y cargada de nostalgia.

-¿Recuerdas cómo logramos escapar de papá?- preguntó, sus ojos fijos en el horizonte. Asentí, recordando vívidamente aquella noche de desesperación y valentía.

-Sí, lo recuerdo- respondí, mi voz firme pero llena de emoción -fue la noche más aterradora de nuestras vidas, pero también la más liberadora.

-¿Crees que Dominique esté bien?- Sally continuó, su mirada ahora perdida en las olas que rompían suavemente en la orilla -quiero decir, hace un año que se arriesgó para salvarnos- suspiré con una leve sonrisa, sintiendo una mezcla de tristeza y orgullo.

-Ella misma lo dijo antes de matar a Toni- respondí, mi voz apenas un susurro mientras recordaba aquel momento. 

"Dominique, con una mezcla de furia y determinación en sus ojos, se levantó del suelo, su cuerpo temblando por el esfuerzo, la sangre brotaba de su herida en el costado de su pecho.

-Con cada caída me levanto más fuerte, imbécil- escupió apuntando su escopeta hacia Toni.

El estruendo del disparo resonó en el aire, y la bala voló con precisión mortal, perforando el cráneo de mi padre. Su cuerpo sin vida cayó a la tierra con un golpe seco, el eco de su caída reverberando en mi mente. La escena se congeló por un instante, el polvo levantándose lentamente alrededor del cuerpo inerte, mientras el silencio se apoderaba del lugar".

Sally asintió lentamente, sus ojos aún fijos en el horizonte.

-Pero... ¿qué crees que quiso decir con eso?- preguntó, su voz temblando ligeramente.

Me quedé en silencio, reflexionando sobre sus palabras. Dominique siempre había sido un enigma, una mezcla de valentía y misterio que nos había salvado en aquella oportunidad.

-Creo que quiso decir que estaba dispuesta a sacrificarlo todo por nosotras - respondí finalmente -y eso es algo que nunca podremos olvidar.

Sally se giró hacia mí, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. Sabía que a ella le afectó más todo aquello, no había sido la única vez que Dominique la había salvado.

-La extraño tanto- murmuró -a veces me pregunto si algún día volveremos a verla.

La abracé, sintiendo su dolor como si fuera el mío propio.

-Será cuestión de que le preguntes- respondí continuando el abrazo, Sally se rió y asintió.

-Lo haré. 

La conversación se tornó más ligera mientras recordábamos los pequeños logros y momentos de felicidad que habíamos encontrado en nuestra nueva vida. Habíamos construido un hogar, hecho amigos y, lo más importante, habíamos encontrado la paz que tanto anhelábamos.

De repente, la voz de Cano, resonó desde el interior de la casa.

-¡La cena está servida!- llamó, su tono cálido.

Sonreí y me levanté con ayuda de mi hermana. Mi vientre hinchado me había estado restringiendo la movilidad, pero era feliz y sabía que mis dos pequeños, que crecían cada día en mi interior, estarían a salvo.

Mientras entrábamos a la casa, sentí una ola de gratitud. Habíamos pasado por tanto, pero ahora estábamos juntas, seguras y rodeadas de amor. La vida nos había dado una segunda oportunidad, y estábamos decididas a aprovecharla al máximo.

________•°Dominique°•________

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Sostuve las flores en mis manos por un momento, admirando el increíble trabajo que había logrado en tan poco tiempo con los lirios blancos. Cada pétalo parecía perfecto, y el aroma suave llenaba la habitación, creando una atmósfera de paz. Con cuidado, até los tallos con un lazo negro, asegurándome de que quedaran bien sujetos, y los coloqué en un florero de cristal que brillaba bajo la luz del sol que entraba por la ventana.

-Su corazón era un jardín de lirios blancos, donde la lealtad florecía eternamente- dije al viento al recordar a Adelyn, suspiré con pesadez y miré a través del vidrio, a la colina donde descansaba el cuerpo de mi amiga.

Justo en ese momento, escuché la voz de mi hija Darlene llamándome desde la puerta principal de la casa. Su tono tenía una mezcla de urgencia y sorpresa que me hizo fruncir el ceño. Caminé con tranquilidad hacia ella, aunque mi curiosidad crecía con cada paso. Al llegar, vi su expresión de asombro mientras miraba a la persona que esperaba afuera.

Me asomé por la abertura de la puerta y, al ver al hombre que estaba allí, sentí que mi corazón daba un vuelco.

Era Wesker.

Sus ojos grises, tan intensos como los recordaba, me miraban fijamente, y una sonrisa se dibujaba en su rostro. No podía creer lo que veía. Hacía tanto tiempo que no lo veía, y ahora estaba allí, parado frente a mí como si el tiempo no hubiera pasado. Me había enterado por Vera lo que le había sucedido y que después de todo no había muerto. Eso había restado peso sobre mis hombros, pero no esperaba verlo frente a mi puerta.

Mis pensamientos se arremolinaban mientras intentaba procesar su presencia. ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué había venido? La última vez que nos vimos, había sido una agridulce despedida.

-Dominique- dijo con su voz profunda y familiar, una voz que solía hacerme sentir segura -es bueno verte.

Sentí una mezcla de emociones: sorpresa, alegría, y una pizca de nerviosismo.

-Wesker- respondí, tratando de mantener la compostura, aunque mi voz temblaba ligeramente -¿qué te trae por aquí?- pregunté curiosa.

Su sonrisa se ensanchó un poco más, y en sus ojos apareció un destello de algo que no lograba identificar del todo. Sus ojos, siempre habían tenido la capacidad de hipnotizarme, pero esta vez había algo más, algo profundo y misterioso.

-Tenía que verte. Hay algo importante que necesito decirte- dijo, acercándose a mí con lentitud. Su voz, grave y serena, resonaba con una urgencia contenida.

El aire estaba cargado de atracción, como si fuéramos dos imanes irresistiblemente atraídos el uno hacia el otro. Darlene, aún sorprendida, nos miraba sin comprender del todo la situación. Su cabello rubio y rizado enmarcaba su rostro de expresión siempre curiosa. Por mi parte, sentía que el tiempo se había detenido, y que lo único que importaba en ese momento era la respuesta a la pregunta que había hecho.

-¿Y qué es eso tan importante?- pregunté, dando un paso hacia él. Mi corazón latía con fuerza, y podía sentir el calor subiendo a mis mejillas.

-Nuestro momento ha llegado- respondió, rodeando mi cintura con sus manos y atrayéndome hacia su pecho en un abrazo. Su abrazo era cálido y firme, y podía sentir el latido de su corazón contra mi pecho.

Tal y como la última vez que estuvimos juntos.

DiPierro (Domisker) Final AlternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora