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________•°Sara°•________

El rugido del motor de mi motocicleta se mezclaba con el viento fresco de la noche mientras recorría las calles del pueblo. No tenía un destino específico en mente, solo la necesidad de conducir, de perderme entre laberintos desconocidos para escapar de mis propios pensamientos.

De pronto, un destello de luz neón me llamó la atención. Era una peluquería, un lugar al que no solía ir, pero que en ese momento me brindó una idea inesperada. Un cambio de look, tal vez, me ayudaría a pasar desapercibida si decidía darme una vuelta por Marbella, el lugar al que me dirigía impulsada por una mezcla de nostalgia y temor. Entré en la peluquería con la determinación de salir con un nuevo color de cabello. La peluca castaña que me sugirió la amable estilista me pareció perfecto, ya que era un cambio bastante impresionante para mi habitual rojo. Era un tono que me ayudaría lo justo para camuflarme entre la multitud sin perder mi esencia.

Con mi nueva cabellera castaña, partí hacia Marbella, albergando la esperanza de reencontrarme con alguien a quien no veía desde hacía tres años. Era una persona que había marcado mi vida y a quien, a la vez, temía poner en riesgo si la involucraba en mis asuntos actuales.

Sin embargo, la búsqueda fue en vano. Recorrí las calles que solíamos frecuentar, frecuenté los lugares que nos unían, pero su rastro se había esfumado. Una ola de resignación me invadió mientras me dirigía de regreso al pueblo. En el camino, un impulso me llevó a desviarme hacia la comisaría. Me apeé de la motocicleta y me paré en las afueras, donde nadie pudiera reconocerme. De pronto, una joven mujer de cabello naranja se me acercó, con una mirada amable y curiosa. Con un nudo en la garganta, le pregunté si conocía a Cano. Su nombre resonó en mis labios con una mezcla de esperanza y temor. La mujer me miró con detenimiento, como tratando de rebuscar en su memoria algún recuerdo familiar.

-Sí, me suena- respondió finalmente -creo que es uno de los policías.

Un atisbo de sonrisa se dibujó en mi rostro.

-¿Sabe donde le puedo encontrar?- pregunté con un tono de voz entrecortado.

-No lo sé. Él siempre está ocupado- contestó con tranquilidad.

-Vale, pues muchas gracias- y sin más palabras, me despedí de la mujer y me alejé, dejando atrás la comisaría.

El camino de regreso al pueblo estuvo plagado de pensamientos encontrados. ¿Era decepción por no encontrar a Cano?

Con esta, y otras preguntas sin respuesta resonando en mi mente, regresé al pueblo, donde la noche me acogió con su manto de silencio y misterio. Tal vez, solo tal vez, en algún momento pudiese llamarle... ¿Pero que iba a decirle? Lo único que lograría sería ponerlo en peligro.

________•°Dominique°•________

El frío del aire acondicionado me golpeó en la cara mientras me detenía frente a la imponente entrada del concesionario. A mi lado, Marquitos se encontraba embelesado con un auto clásico que descansaba en el centro del salón, su afro moviéndose al ritmo de la brisa artificial que nos rodeaba. Me acerqué a él con una sonrisa. Desde que salvó a Darlene, sentía la imperiosa necesidad de expresarle mi gratitud cada vez que la oportunidad lo permitiera.

Mis ojos bajaron de inmediato, encontrando la mirada expectante de Marquitos mientras me detallaba las características de cada vehículo que él mismo había seleccionado meticulosamente como posibles candidatos para mi compra. Un silencio expectante llenaba el aire, solo roto por el suave ronroneo de los motores y el ocasional trino de un pájaro. Los tres autos clásicos, cada uno con su propia historia y encanto, brillaban bajo la luz del sol de la tarde.

DiPierro (Domisker) Final AlternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora