DiPierro

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________•°Sally°•________

El frío de la mazmorra se filtraba a través de las rendijas de la celda, calándome hasta los huesos. Las noches sin dormir habían dejado mi mente en un estado de confusión constante, y el tocadiscos que repetía incesantemente el "Lago de los Cisnes" solo aumentaba mi desasosiego. Pero hoy, todo cambió.

Los secuaces de mi padre irrumpieron en mi celda con brutales golpes y me arrastraron hacia el bosque. El aire fresco y la luz del sol me golpearon como un alivio momentáneo. Caminamos durante horas, y finalmente me encerraron en una pequeña jaula suspendida de un roble. Los hombres armados rodearon la jaula, vigilantes, como si esperaran algo.

Mis pensamientos se agolpaban en mi cabeza mientras observaba los árboles oscuros y las hojas que susurraban secretos al viento. ¿Por qué me habían sacado de la celda? ¿Qué querían de mí? Mi padre, el tirano que gobernaba estas tierras, siempre había sido un enigma. Sus ojos fríos y su voz cortante me atormentaban en mis pesadillas. ¿Era esta mi oportunidad de escapar? ¿O solo un nuevo capítulo en mi condena?

La jaula se balanceaba ligeramente, y yo me aferraba a los barrotes, sintiendo la rugosidad de la madera contra mis palmas. Los hombres armados murmuraban entre ellos, sus miradas fijas en mí. ¿Qué esperaban? ¿Una confesión? ¿Un acto de sumisión? No tenía respuestas, solo preguntas que se multiplicaban como las ramas retorcidas del roble.

El sol se movía lentamente por el cielo, y mi estómago rugía de hambre. ¿Cuánto tiempo pasaría aquí? ¿Hasta quebrarme o hasta que la muerte me liberara? Miré hacia arriba, buscando algún indicio en las hojas que danzaban sobre mí. ¿Había algo más allá de los árboles? ¿Alguna esperanza?

De repente, resonaron disparos a lo lejos. Me sacaron de la jaula y me hicieron caminar nuevamente. Mi corazón latía con fuerza mientras avanzábamos por el espeso bosque. Y entonces, frente a mí, estaba él: mi padre. Su sonrisa espeluznante me heló la sangre.

Pero no estaba solo.

Al otro lado del camino, de pie con una expresión indescifrable, estaba Dominique DiPierro. Y detrás de ella, la figura inesperada de Sara, mi hermana.

El destino había tejido un encuentro inquietante entre nosotras, y no podía evitar preguntarme si lograríamos salir de esto.

________•°Sara°•________

Caminaba entre Cano y Dominique, sintiendo el peso de la tensión en cada paso que daba. Habíamos logrado llegar a la isla de mi padre sin alertarlo, un logro que me llenaba de una mezcla de alivio y temor. Nos dirigíamos a la casa donde seguramente se encontraba mi hermana Sally, y cada vez que pensaba en ella, mi corazón latía con más fuerza.

Cuando le pedí el arma a Dominique, no pensé en lo difícil que sería disparar tras haber perdido uno de mis ojos. La cicatriz aún ardía, un recordatorio constante de lo que mi padre me había arrebatado. No había tenido tiempo de practicar para reforzar mi puntería, y ahora, con el arma fría en mis manos, la inseguridad me invadía.

Seguimos caminando, el sonido de nuestras pisadas amortiguado por la vegetación densa. De repente, nos encontramos con los primeros hombres de mi padre. Mi respiración se aceleró, y sentí cómo la adrenalina comenzaba a recorrer mi cuerpo. Este era el momento que había temido y anticipado a partes iguales.

-Es ahora o nunca- dije par mi en un susurro, apretando el arma con más fuerza.

Cano y Dominique se colocaron a mi lado, listos para cualquier cosa. Sabía que contaban conmigo, y no podía fallarles.

DiPierro (Domisker) Final AlternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora