Daphnée

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________•°Dominique°•________

El metal frío de la navaja se clavaba en mi palma, empapada de una sustancia viscosa y caliente que apenas me atrevía a identificar. Mis ojos, nublados por una mezcla de ira y adrenalina, solo podían enfocarse en las dos figuras imponentes que me bloqueaban el escape. Un guardia de seguridad, con su rostro curtido por años de servicio, empuñaba una pistola con firmeza, mientras que un policía, más joven e impetuoso, mantenía su arma apuntada directamente a mi corazón.

La tensión en el aire era palpable, espesa como la sangre que manchaba mi blusa blanca. Un silencio sepulcral reinaba en el lugar, roto solo por el jadeo entrecortado de mi propia respiración. Mis piernas temblaban incontrolablemente, amenazando con ceder bajo el peso de la realidad que me golpeaba de frente.

-¿Qué has hecho?- la voz del guardia resonó en mis oídos como un trueno.

-¡Tire la navaja!- gritó el joven policía.

Las palabras se atascaron en mi garganta, incapaces de escapar de la prisión de terror que se había apoderado de mí. No podía articular sonido alguno, ni siquiera un mísero gemido. Mi mente era un torbellino de imágenes borrosas y sonidos confusos, luchando por reconstruir los eventos que me habían conducido a esta escena surrealista.

-¡Esperen! ¡Bajen el arma! ¡Esta es una operación encubierta!- miré en dirección de la voz que llegaba a mis oídos desde lejos.

Wesker, irrumpió en la escena como un rayo de lucidez en medio de mi caótica confusión. Su mirada llena de preocupación me atravesó, y por un instante, pude ver un atisbo de mi cordura reflejada en sus ojos grises. Al mismo tiempo, más policías franceses se materializaron de la nada, rodeándonos como un enjambre. El cerco se cerraba, ahogando la poca cordura que me quedaba. La directora del Service National de Renseignement, esa mujer implacable y calculadora que yo era, se encontraba ahora acorralada, sin escapatoria.

Mi mente se negaba a darme respuestas de lo que hice por la adrenalina e ira que nubló mi mente, solo fragmentos de imágenes inconexas: la voz del mal nacido Toni Miranda, el entumecimiento de mi corazón al saber de la muerte de mi hija, el frío del metal contra mi piel apuñalando al hombre.

Entonces noto por el rabillo del ojo como Adelyn se acerca hasta mi. Mis manos temblorosas sin soltar el filoso metal. La policía, al ver a Adelyn, no dudaron en apuntarle a ella también, mientras que Wesker sacaba un arma y se interponía entre ellos y nosotros.

-Dominique, cálmate. Todo está bien- me aseguró Adelyn señalándome con una mano, intentado que soltará la navaja.

-Dominique, por favor, suéltalo- dijo Wesker mirándome a los ojos.

Un zumbido ensordecedor llenó mis oídos. ¿Disparos? ¿Gritos? No lo sabía. Solo podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas, impulsándome a actuar por instinto, me coloqué en postura de ataque. Wesker le entregó el arma a Adelyn y una súplica silenciosa se posó en esos iris grises. Parpadeé un par de veces, mi mente aclarándose cuál agua cristalina. Los recuerdos de mi ataque lleno de rabia y venganza viajó con rapidez por mi cerebro. La navaja se deslizó de mi mano, cayendo al suelo con un sonido metálico.

-¡Bajen sus armas ahora!- ordenó Adelyn con voz autoritaria. Un gesto de reconocimiento iluminó el rostro del joven policía.

-Agente Lafebvre- dijo con voz ronca -¿Qué hace usted aquí?

-Esto... esto es un operativo gubernamental- explicó ella reprimiendo un suspiro - y la mujer a la que apuntan es la Directora del SNR, Dominique DiPierro- continuó con voz más firme esta vez. Todos se miraron entre sí, confundidos. Adelyn se acercó a ellos y les mostró una identificación. Sus rostros se descompusieron al instante. En cuestión de segundos, las armas fueron bajadas y el silencio inundó el espacio. Sin darme cuenta, mis piernas flanquearon y caí al suelo. Dejándome llevar por las olas de la oscuridad.

DiPierro (Domisker) Final AlternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora