DiPierro (Domisker) Final Alterno

19

________•°Dominique°•________

Observé a Cano salir del club, su figura desvaneciéndose en la oscuridad de la noche. El último trago de whisky quemó en mi garganta, y las palabras de Cano resonaban en mi mente como un eco persistente. No soportaba al tipo, pero no podía evitar encontrarse con él, menos cuando sería con él que lograría rescatar a las hermanas Miranda.

Dejé el pago de la bebida en la barra, sintiendo la tensión en mis hombros. Necesitaba aire fresco, lejos de la música atronadora y las miradas curiosas. Me levanté, dispuesta a marcharme, cuando un pequeño hombre se atravesó frente a mi. Marquitos, con su afro distintivo, traje negro y su sonrisa traviesa, estaba rodeado de algunos de sus hermanos y algunos más que no conocía. Era una agradable sorpresa, pero muy afortunada, porqué sabía que él podría ayudarme.

-Marquitos- saludé haciendo señas para alejarnos de su grupo, él hombrecito no dudó en hacerlo -¿Qué haces aquí?

Marquitos se encogió de hombros, sus ojos brillando con complicidad. Era un tipo extraño, pero siempre tenía información interesante.

-Di... Di... Didi, tu presencia ilumina cualquier espacio, como Sirius lo hace en el firmamento- le sonreí ante tal comparación.

-No sabía que tenías conocimientos en astronomía- respondí caminando junto a él.

-Sé acerca de muchas cosas, Didi- respondió con una risa.

-¿Crees que podamos dar una vuelta?- pregunté, él pareció sorprendido.

Marquitos asintió luego de unos segundos en silencio. Juntos nos dirigimos hacia la salida trasera del club. El aire nocturno era fresco y revitalizante, un contraste bienvenido con el ambiente cargado del interior.

Caminamos en silencio por un buen rato, hasta que llegamos a su camioneta, la monstruosa carroseria que le sacaba unas cuantas cabezas al pobre.

-Sube, te llevaré a dar una vuelta- dijo Marquitos, abriendo la puerta del copiloto para mí.

Le agradecí en un susurro. Me senté y cerré la puerta, sintiendo el cuero nuevo del asiento bajo mis dedos. Marquitos arrancó el motor, y pronto estábamos recorriendo las calles de la ciudad, iluminadas por las luces de los faroles y los neones de los bares y tiendas.

-Necesito pedirte un favor- confesé una vez estuve segura de pedirlo.

-¿Debo cuidarme de la ley? Espera, tú lo eres- rodé los ojos por su comentario, él se rió -es broma.

-¿Si te pido viajar y ayudarme en algo lo harías?- pregunté ahora más seria.

-Depende de lo que quieres que haga, Dominique- dijo mirándome mientras esperaba el cambio de luz en el semáforo.

-Ayudar a mi hija a escapar de la sociedad Inferno.

-Esses filhos da puta!- me quedé atónita ante su respuesta en portugués.

-¿Hablas portugués?- pregunté rápidamente.

-No, solo se decir hijo de puta- respondió con tranquilidad -pero sé a lo que se dedican y tú hija ya ha sufrido demasiado, así que iré a donde la tengan.

-Gracias, Marcos- dije un poco más aliviada -¿Tienes un móvil desechable?- le pregunté poniendo en marcha mi plan sobre como ayudar a mis chicas.

-¿Tengo cara de tener uno?- preguntó de vuelta. Me le quedé mirando mientras levantaba una de mis cejas -bueno, si lo tengo pero no deberías de... Ah, toma, pero me debes uno- se rindió y entregó el aparato que sacó de su bolsillo.