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________•°Wesker°•________

La tensión en la sala era palpable. Mis ojos se clavaban como dos hojillas en Prada y Peralta, quienes, con arrogancia, insistían en que el SNI no tenía derecho a arrebatarles el caso de Darlene.

-Se trata de la hija de Dominique y está ligado a un caso exclusivo del SNI- expliqué ya cansado de este rodeo.

Prada y Peralta, sin embargo, se aferraban a su protocolo.

-Wesker, el SNI no tiene autoridad sobre nosotros. Este caso nos pertenece, ya está- informó Cloe.

Ya frustrado por su falta de comprensión, intenté explicarles una última vez que se trataba de algo serio. Pero mis palabras parecían caer en saco roto.

-Estamos yendo en círculos, Wesker- se quejó Peralta -Ya no íbamos a trabajar juntos y ahora viene exigiendo cosas.

-De una u otra forma, los reportes del caso serán entregados al SNI- aseguró Vera acercándose a nosotros.

Mi móvil comenzó a sonar antes de que pudiese decir alguna otra palabra. Me separé ligeramente mientras escuchaba como Márquez se encargaba de reñir contra ellos. Mi corazón se aceleró al escuchar la voz nerviosa de la doctora al otro lado de la línea.

¿Paul Wesker?- preguntó la mujer.

-Con él habla- respondí, intentando escuchar ya que la discusión a mi lado se había calentado lo suficiente como para que Márquez insultara.

-Tenemos un problema, la paciente ha desaparecido y la señora DiPierro está inconsciente con marcas de lucha- sentí una ola de ira y confusión recorrer mi cuerpo.

-¿Y quién la acompañaba?- se suponía que Adelyn iba a cuidarla. Me lo prometió antes de irme.

-Desconocemos los hechos, seguridad está buscando por todo el hospital y esperamos su llegada para la revisión de las cámaras- explicó la doctora. Mi mente estaba dando vueltas. Colgué y guardé el móvil en mi bolsillo.

-Tenemos que irnos ahora- le dije a Márquez y Armiche quienes se quedaron en silencio al verme -y si ustedes quieren conservar su trabajo, más vale hagan llegar a la oficina del SNI esos reportes.

________•°Dominique°•________

El dolor de cabeza era como un martillo implacable que golpeaba mi cráneo. Abrí los ojos con dificultad, luchando contra la bruma que nublaba mi mente. Me incorporé con lentitud, sintiendo cada músculo de mi cuerpo como si pesara una tonelada.

Alrededor mío, la habitación del hospital era un caos. Vidrios rotos salpicaban el suelo, y los insumos médicos yacían desparramados por todas partes. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al recordar lo sucedido. El sedante en la comida, la traición, el secuestro de Darlene...

Todo era una pesadilla vívida que se negaba a desaparecer.

Me apoyé en la camilla vacía donde antes descansaba mi hija, y las lágrimas brotaron de mis ojos sin control. ¿Por qué? ¿Cómo pudo Adelyn hacerme algo así? Ella era mi amiga, mi compañera... No podía creer que me hubiera traicionado de esa manera tan vil. Con las piernas temblorosas, me puse en pie y salí de la habitación. Las preguntas me martillaban la cabeza: ¿Dónde estaba Darlene? ¿Qué le habría hecho Adelyn? ¿Cómo la encontraría?

Caminé tambaleante por el pasillo, sintiendo que el mundo giraba a mi alrededor. De pronto, una enfermera se acercó a mí, preocupada por mi estado. Le conté lo que había sucedido, y ella de inmediato alertó al hospital.
En ese momento, la doctora apareció frente a mí. Sus palabras resonaron en mis oídos como un eco lejano:

DiPierro (Domisker) Final AlternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora