Capitulo 25: Heridas

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Mark y Francisco suben a la moto, sintiendo la vibración del motor bajo ellos. Mark toma el manillar con firmeza, y Francisco se aferra. El rugido del motor se mezcla con el viento mientras aceleran, dejando atrás la carretera y adentrándose en un camino sinuoso.

Los faros de la camioneta los persiguen, iluminando los árboles a su alrededor. Mark se inclina hacia adelante, concentrado en la carretera. Francisco mira por encima del hombro, evaluando la distancia entre ellos y sus perseguidores.

—¡Más rápido, Mark! —Grita Francisco, el viento arremolinando sus palabras.

Mark asiente y gira el acelerador al máximo. La moto responde con un rugido, y los árboles se convierten en un borrón verde mientras zigzaguean por el camino. La camioneta sigue persiguiéndolos, sus luces traseras parpadeando como ojos en la oscuridad.

El túnel se acerca, y Mark no duda. Acelera aún más, y la boca del túnel se traga la luz de la luna. El eco de los motores rebota en las paredes de concreto mientras se adentran en la oscuridad.

La camioneta sigue persiguiéndolos, pero Mark y Francisco no se detienen. El túnel se estrecha, y la luz al final parece más lejana. Pero están juntos, luchando por algo más grande que ellos mismos.

Justo en la salida ven a un hombre. La tensión en el túnel es asfixiante. Los disparos aún resuenan en sus oídos mientras Mark y Francisco se enfrentan al hombre solitario. Detrás de él, el auto vacío confirma sus sospechas: es el mismo vehículo que los persiguió implacablemente.

El desconocido saca cuchillas afiladas de la nada, y Mark baja de la motocicleta y se adelanta, protegiendo a Francisco con determinación. La adrenalina fluye, y su mente se enfoca en la urgencia del momento. El túnel, con sus paredes de concreto y la oscuridad que los envuelve, se convierte en el escenario de una lucha que podría cambiar el curso de sus vidas.

El hombre no dice una palabra, solo avanza con una mirada fría y decidida. Mark evalúa sus opciones: ¿atacar o distraerlo? Sabe que está en juego algo más grande que su propia supervivencia. Francisco, a su lado, parece igualmente tenso, sus ojos buscando una oportunidad para escapar.

—¡Francisco, ve! —Susurra Mark, sin apartar la vista del hombre.

Su amigo duda, pero finalmente se prepara para acelerar hacia el final del túnel, desapareciendo en la oscuridad.

Mark se enfrenta al desconocido, listo para la pelea. El eco de sus pasos se mezcla con el sonido de las cuchillas al chocar.

El desconocido se mueve con destreza, sus cuchillas brillando en la tenue luz. Mark bloquea un ataque tras otro, sintiendo la fuerza del impacto en sus brazos los cuales resisten los golpes. La respiración agitada, los músculos tensos, sabe que no puede permitirse un solo error. El hombre es más ágil de lo que aparenta. Salta, gira, y Mark apenas logra esquivar una cuchilla que pasa rozando su hombro. El eco de sus movimientos se mezcla con el sonido metálico de las armas. Cada golpe, cada parry, es una lucha por la supervivencia.

Mark siente la urgencia. No puede permitir que el desconocido lo acorrale. En un instante, su mente se conecta con algo más profundo. Desde su espalda emergen tentáculos oscuros, retorcidos, como extensiones de su voluntad. Los tentáculos se enroscan alrededor de las cuchillas del hombre, desviándolas. Mark sonríe, sorprendido por su propia capacidad. Pero el desconocido no se rinde. Con un grito de rabia, corta uno de los tentáculos, y la sangre brota.

La lucha se intensifica. Mark usa los tentáculos para atacar, embistiendo al hombre, pero este es rápido y esquivo. El túnel se convierte en un torbellino de movimiento, de metal contra carne, de poderes enfrentados. El desconocido retrocede, herido, pero no vencido. Mark siente la fatiga, la sangre empapando su ropa. Pero no puede detenerse. Francisco está a salvo, pero la verdad sigue escapándose entre sus dedos.

La herida de Mark se cierra rápidamente, y el tentáculo regenerado se retuerce con nueva fuerza. El dolor desaparece, reemplazado por una determinación feroz. El hombre desconocido, con sus cuchillas brillando, logra someter a Mark momentáneamente, pero Mark no se rinde.

Con un grito de esfuerzo, Mark lanza un golpe poderoso que impacta en el rostro del desconocido, dejándolo aturdido. Aprovechando el momento, Mark utiliza sus tentáculos para romper el auto del sujeto, arrancando pedazos de metal con una fuerza sobrehumana.

El desconocido intenta recuperarse, pero Mark es más rápido. Con habilidad, envuelve al hombre con los tentáculos usando partes del auto, asegurándose de que no pueda escapar. El eco de la lucha resuena en el túnel mientras Mark se asegura de que su enemigo esté bien atado.

Mark se aleja del túnel, la respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza. La noche lo envuelve mientras corre, su mente llena de incertidumbre y determinación. El desconocido, atado con los tentáculos de metal, grita y forcejea, pero Mark no se detiene.

El auto destrozado queda atrás, un recordatorio de la lucha que libraron en ese túnel claustrofóbico. Mark sabe que no puede confiarse. Debe encontrar respuestas, descubrir la verdad antes de que sea demasiado tarde.

La noche es su aliada, y Mark se sumerge en las sombras, decidido a desentrañar el misterio. La ciudad duerme, ajena a la batalla que se libra en sus calles. Mark no es un héroe, pero se siente responsable. Como ciudadano con poderes, tiene un deber.

El rugido de una motocicleta se filtra en el aire, y Mark se tensa, listo para enfrentarse a otro enemigo. Pero la sorpresa lo inunda cuando ve a su amigo Francisco acercándose. Francisco detiene la moto, y Mark sube detrás de él, sintiendo la vibración del motor bajo sus manos.

—¿Estás bien, Mark? —pregunta Francisco, mirándolo con preocupación.

Mark asiente, la adrenalina aún palpitando en sus venas. Francisco sonríe, como si supiera que Mark sobreviviría. La confianza entre ellos es palpable.

—Tenemos que ir rápido —dice Francisco, arrancando la moto—. Mi contacto está en la oficina, y él sabe más sobre esa arma que nadie. Si alguien puede ayudarnos, es él.

Mark se aferra a Francisco mientras la moto acelera. La ciudad se desliza a su alrededor, luces parpadeantes y sombras acechando en las esquinas. La verdad está cerca, y Mark está dispuesto a enfrentarla, incluso si eso significa luchar contra enemigos desconocidos y secretos oscuros.

La noche los envuelve mientras se dirigen hacia la oficina del contacto. Mark piensa en el hombre atado en el túnel, en las cuchillas y la sangre. Mark y Francisco notan las luces en el cielo, y la adrenalina se mezcla con la preocupación. Sin dudarlo, se alejan del lugar, la moto rugiendo bajo ellos mientras buscan refugio.

Finalmente, llegan a unas oficinas administrativas de una compañía de agua. Bajan de la motocicleta y suben las escaleras, el eco de sus pasos resonando en el vestíbulo. La tensión no disminuye; al contrario, se intensifica. Las luces fluorescentes iluminan el camino mientras se adentran en la recepción. Mark y Francisco intercambian miradas, compartiendo la determinación de descubrir la verdad.

Juntos, avanzan hacia el mostrador, listos para enfrentar lo desconocido. Las escaleras que subieron parecen conducir a un laberinto de posibilidades. Mark piensa en el hombre atado en el túnel, en las cuchillas y la sangre. Pero también piensa en Francisco, en la amistad que los une y en la promesa de respuestas.

Al entrar a las oficinas, Mark y Francisco observan a muchas personas ocupadas en sus tareas. Algunos levantan la vista y los miran con curiosidad, mientras que otros continúan con su trabajo sin prestarles atención. Francisco camina con determinación, ignorando las miradas.

Se dirigen hacia una oficina al fondo del pasillo. Francisco abre la puerta sin dudar y encuentran a un hombre robusto con un bigote espeso, sentado detrás de un escritorio lleno de papeles y equipos de computación.

—Hola, Águila —Dice Francisco, con una mezcla de alivio y urgencia en su voz.

El hombre, conocido como Águila, levanta la vista y sonríe ligeramente al ver a Francisco. Su mirada se endurece al notar la tensión en el rostro de Mark.

—Rojo y... ¿verde?, pasen y cierren la puerta. Tenemos mucho de qué hablar. —Responde Águila, señalando las sillas frente a su escritorio.

Mark y Francisco se sientan, listos para descubrir las respuestas que han estado buscando. La oficina de Águila, con sus paredes cubiertas de mapas y diagramas, parece un centro de operaciones. La verdad está cerca, y ellos están dispuestos a enfrentarla.

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⏰ Última actualización: Sep 04 ⏰

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