PARTE I

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Ximena 

—Hoy debes ir a votar, hija —me dijo mi mamá cuando me fue a buscar a mi cuarto—. Es importante.

—No quiero —susurré—. Todos son incompetentes. ¿Para qué me levanto?

—Es tu deber civí...

—Ay, no empieces —gruñí—. Ve afuera, por favor. Quiero dormir.

—Al menos vamos para que lo anules, pero tienes que ir.

Volví a soltar otro gruñido. Ni loca iba a convencerme de ir. Había escuchado ciertos rumores de que Alejandro Villanueva, el candidato que seguramente iba a ganar, estaría en aquel lugar, ya que le tocaba votar en esa zona.

Él había sido compañero de clases de mi hermano mayor, y muchas veces me molestó por ser llenita. A pesar de lo guapo que era, yo lo odiaba por ello, y un día tomé todo mi coraje y le dije que antes de molestarme se mirara en un espejo, y procedí a señalar que su nariz de «niña» no me gustaba, que no sabía si su cabeza tenía un cabello o un erizo y que el gris de sus ojos parecía calle vieja. Además, le dije que también estaba panzón, cosa que no era cierta, pero se lo dije. Por último rematé burlándome de su poco acné y que ya desapareció.

El hombre se enfureció tanto que ya nunca volvió a pararse por aquí. Incluso terminó la amistad con mi hermano. Yo no me sentí ni un poco triste, sentí que era lo correcto.

Y sigo pensando que lo fue.

—Hija —insistió mamá—. Ándale, por favor.

Como sabía que ella no me iba a dejar en paz, decidí levantarme. Tal vez tenía suerte y no me lo topara.

¿O tal vez sí?

SOY LA OBSESIÓN DEL PRESIDENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora