Capítulo 8

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"El desprecio de una, es el éxito de otra

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"El desprecio de una, es el éxito de otra."

—Tenemos que hablar seriamente.

Esas son mis primeras palabras hacia Viktorov al día siguiente, cuando entro a su oficina en la mansión y me encuentro con él leyendo el periódico con suma tranquilidad. Su camisa blanca está sin abotonar, su cabello sigue húmedo y despeinado. Tiene una apariencia muy tranquila para andar en casa, aunque eso no le quita lo atractivo, ni su aura de psicopata.

—Buenos días, Zolotse. Veo que has dormido muy bien —saluda tranquilamente al verme de pies a cabezas, dejando el periódico sobre su escritorio para brindarme su atención—. ¿De qué quieres hablar?

El apodo cariñoso me desconcierta ya que comenzaba a pensar que lo más cariñoso que podría salir de él era "putita".

Tomo asiento en la silla frente a su escritorio, cruzándome de piernas sin importarme que mi camisón de seda corto se subiera hasta la mitad de mis muslos.

—No pienso repetir lo de anoche —digo con claridad y firmeza—. No pienso participar en nada que involucre tener sexo con personas que no conozco y que claramente no confío. Mucho menos si luego tienes pensado asesinarlas.

Apoya sus codos en la mesa, observando mi rostro con atención y dándome una sonrisa que me hace enfurecer.

—Hablo en serio, Astar... —murmuro apretando los dientes.

—No es como que yo hubiera permitido que follaras con él, Farah —responde tranquilo, apoyando su mentón en sus manos. Su expresión divertida me genera ganas de golpearlo, aunque sería un desperdicio arruinar su rostro—. Si alguien va a hacerte gemir, ese seré yo. Si tus agujeros necesitan ser llenado, seré yo quien los llene con mis dedos, mi verga y mi semen.

Mantengo la compostura a pesar de que mi cuerpo quiere reaccionar ante sus palabras, ignorando que es un hombre con el que no debería tener más contacto físico en el sentido sexual.

—No soy de tu propiedad, ni soy un objeto a pesar de que hayas pagado a Madam para liberarme de mi contrato...

—Pero mientras estés bajo este techo, eres mi mujer, Farah —me corta con su intensa mirada y las palabras que me sorprenden aunque debería ir acostumbrándome a ellas ya que este "trato" llevará algo de tiempo—. Eso significa que si necesito complacerte, lo haré.

Apoyo mi espalda en el respaldo de la silla sin dejar de mirarlo. Al cruzar mis brazos bajo mis pechos, su mirada baja directamente a ellos y sonríe.

—Además, anoche parecías muy dispuesta a hacer de todo conmigo.

—No quiero pensar en lo que pasó anoche... —volteo a ver hacia la ventana ubicada al lado de la pequeña mesa de té en una esquina de la oficina. Puedo ver al mayordomo pasar por el jardín cargando una pala.

Distrito 14 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora