Capítulo 13

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"La victima del deseo

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"La victima del deseo."

—¿Quién es Alejandra para ti?

La pregunta de Farah llega tan inesperadamente que me quedo mirándola durante unos segundos, preguntándome si escuché de verdad o fue mi imaginación. Al verla elevar una de sus cejas, me doy cuenta de que está esperando una respuesta de mi parte.

—Una chica más de la sociedad de mierda, ¿por qué preguntas?

Se encoje de hombros, aunque puedo notar sus hombros rígidos y su mentón alzado, actuando nuevamente como esa mujer fría a la que no le agrado.

—Escuché que ella tiene opiniones negativas sobre ti.

—Todos tienen opiniones negativas sobre mí, incluida tu, tesoro.

Se mueve a la orilla de la cama cuando intento atraparla, huyendo de mi contacto o cualquier cercanía. ¿Por qué esta escena parece la de una mujer celando a su novio? Que... curioso.

—Por supuesto, no es difícil cuando eres un imbecil.

¿Acaso hace un momento no estaba muy cómoda con este imbecil entre sus piernas? No comprendo a las mujeres.

La tomo de la cintura cuando se pone de pie, trayéndola nuevamente a la cama, dejándola entre mis piernas. Se remueve en busca de libertad logrando que la abrazara por la espalda, dejando besos en su cuello.

—¿Estás celosa, Farah?

Su cuerpo se queda inmóvil ante mi pregunta, dejándome expectante a su respuesta. Logro visualizar sus ojos moverse hacia la ventana, mirando por esta tranquilamente, aunque su cuerpo no transmite la misma tranquilidad. Acerco mis labios a su cuello, sintiendo el rápido palpitar de su pulso bajo mi beso.

—No. ¿O acaso tú te pones celoso cada vez que recuerdas con todos los hombres con los que he tenido que follar?

Tomo su mentón con fuerza, enojado por su absurda pregunta.

—Me dan igual esos hombres cuando soy yo quien te folla ahora.

Y para darle más énfasis a mis palabras, meto mi mano entre sus piernas, acariciando su clitoris mojado. La siento temblar entre mis brazos al mover mis dedos de forma rápida y brusca, haciéndola gemir. Tira su cabeza hacia atrás, apoyándola en mi hombro y su forma de removerse ante su sensibilidad me hace aumentar mis movimientos.

—¿Ves? No hay ningún hombre que pueda tocarte así, solo yo —gruño contra su oído, sujetando con más fuerza su cintura, dejándola que sintiera como mi verga vuelve a ponerse dura a sus espaldas—. Mientras estés conmigo, eres mía, Farah. Solo mía.

La necesidad de poseerla es algo que aún me abruma, pues no tenía intenciones de sentir algo por una chica de un burdel. Sin embargo, la furia que me recorre cada que pienso en ella con otro hombre es demasiado peligrosa para todos, incluso para mí. No sé de las cosas que sería capaz de hacer para conservarla para mí, tal vez haga peores cosas que impartir la muerte con mis propias manos.

Distrito 14 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora