Where do I go with nowhere to turn to?
Aquel príncipe arriesgó todo, solo para volver al principio. Kang Taehyun, primogénito del Rey y dueño de los siete mares, estaba de vuelta a la orilla donde comenzó todo y donde no esperó que se acabaría. Se s...
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La luna iluminaba el camino de regreso al castillo, reflejándose en las charcas que dejaba la marea baja. El príncipe Heeseung, con su porte regio y una sonrisa amable, guiaba a Beomgyu y a Tae por los jardines iluminados por antorchas.
— Pronto estarán secos y listos para el baile — dijo Heeseung, entregando a cada uno un conjunto de ropas finas.
— Espero que estas prendas sean a prueba de agua, alteza — bromeó, mientras observaba las telas brillantes bajo la luz de la luna.
Al llegar al salón principal, la música del baile de máscaras los envolvió nuevamente. Heeseung se detuvo un momento, disfrutando cómo Beomgyu y Tae intercambiaban miradas. Aquel baile y ese gran salón no se comparaban a aquel momento que compartieron en la playa.
— Vayan, disfruten la noche, o lo que le queda de ella — les animó Heeseung con una sonrisa — . Y Beomgyu, espero más de tus ocurrencias antes de que termine el baile. Solo por favor, no involucres a Tae ¿entendido?
Con un gesto de su mano, los dejó ir. Beomgyu, con una reverencia juguetona, y Tae, con una inclinación de cabeza.
Desde un rincón apartado del salón, Tae y Beomgyu observaban el baile con ojos curiosos. Las parejas giraban en un torbellino de colores y risas, cada movimiento un misterio para los dos jóvenes.
— ¿Viste eso? — susurraba Beomgyu, señalando a un caballero que ejecutaba un paso particularmente complicado — . Si intentamos eso, seguro terminamos en el suelo.
Cada vez que una pareja pasaba cerca, Beomgyu comentaba algo gracioso, imitando los pasos con exageración, solo para ver la sonrisa silenciosa de Tae. A pesar de su sarcasmo, había un brillo de ternura en sus ojos cada vez que lograba su objetivo.
— Algún día — prometió Beomgyu, — aprenderemos a bailar como ellos, pero por ahora, creo que nuestro baile improvisado en la playa fue mucho mejor.
La noche avanzaba y el salón principal del castillo de Heeseung se llenaba de risas y conversaciones animadas.
Beomgyu y Tae, aún inmersos en la magia del baile, fueron sorprendidos por la atención de unas duquesas e invitadas que se acercaron con elegancia y una sonrisa intrigante.
— ¿Nos concederían este baile? — preguntó una con una voz melodiosa, extendiendo su mano hacia Beomgyu. Su vestido centelleaba con cada movimiento, reflejando la luz de los candelabros.
— Sería un honor, aunque debo advertirles que mi talento para el baile no es el mejor — dijo, aceptando la mano de la duquesa.
Mientras tanto, otra invitada se había acercado a Tae, ofreciéndole su mano con una gentileza que trascendía las palabras. Tae, con su inocencia y una timidez encantadora, asintió silenciosamente, aceptando la invitación.
Con las primeras notas de una melodía dulce y lenta, Beomgyu y la duquesa comenzaron a moverse al ritmo de la música. A pesar de su advertencia, Beomgyu encontró un ritmo natural, sus pasos sincronizándose con los de su pareja.
