[𝟸𝟾]

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Nota de autora:

Ya no me dio tiempo de revisar el capítulo, así que podría haber ciertos errores de ortografía o redacción.

Si es así, háganmelo saber en comentarios.

—C.L. 💋

(...)

Seven Hills, Australia. 🇭🇲

1 semana y media atrás...

El cántico fúnebre de la iglesia aún seguía haciendo eco en su cabeza.

El ataúd de madera fina extraída de un cerezo descendía poco a poco hasta perderse dentro del enorme hueco en la tierra que la resguardaría.

Minho finalmente había perdido a su madre para siempre.

Y sentía que su padre lo culpaba por ello.

—Deberías volver a casa hijo —dijo el Sr. Lee tomando su hombro. Minho ni se molestó en mirarlo—. Pronto anochecerá.

Llevaba horas parado sobre la tumba de su madre.

No decía nada. No lloraba. No mostraba emoción alguna. Tan sólo se mantenía parado sin despegar la vista de la lápida.

—Tomaré el siguiente tren a Seven Hills —respondió—. Puedes irte tú si quieres.

El mayor dejó escapar un largo y pesado suspiro. Estaba agotado y lidiar con su hijo ahora era lo que menos quería. Él también estaba destrozado por lo ocurrido pero necesitaba descansar. Ella ya lo hacía.

—No —afirmó. Minho apenas logró mirarlo de reojo—. Nos vamos ahora.

—Aún no puedo papá —su voz se volvió débil y se cortó—. No puedo dejarla ir.

—Que te quedes aquí parado no la traerá de vuelta. Despídete y vamonos.

Sus ojos se inundaron. Todos los recuerdos acumulados con su madre se presenciaron en su mente y el sentimiento de culpa encogió su corazón.

Se odió a si mismo por no haber estado presente ante su diagnóstico y poder acompañarla desde el primer día.

Se odió por haber desarrollado sentimientos por un chico y que eso los alejara.

Se odió por existir y por llegar a su vida, pues de no ser así, jamás la habría amado tanto ni habría dolido tanto su muerte.

—Perdón... —murmuró entre lloriqueos—. Lo siento tanto mamá.

—No te disculpes, no sirve de nada que lo hagas ahora que está muerta.

Minho detuvo sus lágrimas ante la insensibilidad de su padre. Olvidaba lo crudo y frío que podía llegar a ser.

—Parece que sigues molesto conmigo a pesar de todo.

—Lo estoy y en parte, es tu culpa que esto haya pasado.

—¿Mi culpa? —la pregunta lo indignó. Si hubiera podido, hubiera dado su vida a cambio de conservar la de su madre.

—Tu madre se enfermó después de lo que le hiciste pasar, te fuiste y de no ser por esa carta jamás habrías vuelto.

—Te equivocas, mamá en realidad jamás me juzgó por eso. Te amaba tanto que tan sólo intentaba complacer tus ideas absurdas.

—La idea de imaginarte cogiendo con otro hombre le repudiaba.

La ira comenzó a invadir a Minho. Y escuchar a su padre hablar de él de esa manera le rompía el corazón.

—Ya papá... —suplicó como un niño pequeño—. Ya basta con eso por favor.

𝙴𝚜𝚝𝚊 𝚎𝚜 𝚖𝚒 𝚞𝚕𝚝𝚒𝚖𝚊 𝚟𝚒𝚍𝚊 [𝚂𝚔𝚣]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora