Capitulo 24

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Andrey

Hoy es nuestra última noche aquí y, después, tendremos que volver a la rutina diaria. Solo que esta vez, Anabella estará en mis rutinas. Me parece raro, pero bueno. Mi hijo la adora, al igual que mi familia. No debería haber problema en que ella esté en mi casa, aunque siempre hay algo de incertidumbre en estas situaciones.

Me pongo un traje negro que me queda como un guante, acompañado de una corbata burdeos, la elección de mi esposa. Ella llevará un vestido del mismo color. Según ella, combinamos. Maldición, nunca pensé que terminaría haciendo esta estupidez, pero aquí estoy, en medio de todo esto.

De repente, la puerta del baño se abre y sale Anabella. Ella lleva un vestido muy sexy y revelador que resalta su figura de manera impresionante. Su cuerpo es perfecto. El cabello rojo cae en ondas sobre sus hombros, y su maquillaje es natural, salvo por el labial rojo intenso que hace que su sonrisa brille aún más. El rojo le queda bien, demasiado bien.

—¿Qué tal? —pregunta, dando un giro con gracia.

Sonrío, incapaz de contenerme.

—Perfecta, gatita —le respondo, acercándome para darle un beso corto, apenas un roce de labios que se alarga por un instante.

Ella sonríe, pero no puedo evitar preguntarme cómo carajos puede sonreír sabiendo que le queda poco tiempo de vida. La idea me atormenta, pero trato de no mostrarlo.

Bajamos al vestíbulo, y allí está mi hombre, esperando para llevarnos al casino. La tensión en el aire es palpable. Tengo que hacer negocios con el consigliere de Vincenzo Salvatore, capo de la Camorra. Nunca antes habíamos tenido contacto con ellos. Nuestro acuerdo era simple: ellos no se metían con nosotros y nosotros no nos metíamos con ellos. Pero después de que la Yakuza se metiera en nuestras vidas, las cosas se han vuelto algo inquietantes. Ellos son aliados de los Yakuza, y la lealtad en este mundo es tan volátil como un juego de cartas.

—¿Listo? —me pregunta mi hombre, mirando a Anabella con una mezcla de respeto y curiosidad.

Asiento.

Mientras nos dirigimos hacia la salida, no puedo evitar robarle otra mirada a Anabella. Ella parece despreocupada, sonriendo mientras avanza a mi lado, pero yo sé que la oscuridad de nuestro mundo nunca está muy lejos.

Llegamos al casino, el más grande de aquí, y, como todo en Las Vegas, pertenece a los Salvatore. La opulencia del lugar es abrumadora; luces brillantes, el sonido de las máquinas tragaperras y el murmullo de la multitud crean una atmósfera electrizante.

Mi hombre me hace una señal, señalando a un hombre que está en medio de un juego, conversando con un tipo bastante joven. Su mirada es seria, y hay algo en su postura que indica que no es alguien con quien se deba jugar.

—Es él —me dice mi hombre en voz baja, manteniendo la mirada fija en el objetivo.

Tomo de la mano a Anabella, sintiendo su tensión a mi lado, y avanzamos hacia ellos.

—¿Confías en ellos? —pregunta Anabella, su tono refleja una mezcla de preocupación y curiosidad.

Sacudo la cabeza, sin dudarlo.

—No tienes que confiar en nadie, amore —le respondo, mi voz firme y directa. Anabella me observa, buscando una chispa de tranquilidad en mis ojos, pero yo no muestro ninguna inseguridad.

—Pero... —intenta argumentar, pero la interrumpo.

—Esto es un juego peligroso, y no hay lugar para la confianza. Solo tenemos que estar atentos y mantenernos en nuestro lado del tablero —le explico, apretando su mano suavemente.

Mafia And Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora