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🐉🥢Narrador🥢🐉

Una mansión imponente se eleva con grandeza en el bosque espeso a las afueras de Seúl.

En él, una estructura que reflejaba una mezcla armoniosa de tradición y modernidad, rodeada por un vasto jardín, lleno de las más extrañas y exquisitas flores venenosas que existen en el país, es una extraña obra de arte que admirar... Una muy retorcida y abstracta.

A primera vista, la mansión emana un aire de realeza, con sus líneas arquitectónicas equilibradas y sus acabados de alta calidad, llamando la atención al detalle con la que ha sido construida.

La mansión misma, con sus amplios ventanales de cristal, permiten que la luz natural por las mañanas inunde los espacios interiores, mientras ofrece las vistas panorámicas más hermosas del jardín, que insinúa la riqueza y sofisticación que se extiende por el resto de la casa.

En el interior, la oficina de un hombre de mediana edad, impecablemente vestido, habita esta majestuosa morada. Sentado frente su elegante escritorio donde observaba su dominio, con una expresión satisfecha por el lujo y buen gusto que le rodea, elogiándose a sí mismo una y otra vez por la excelente elección de sus pertenencias.

Ninguno de los objetos que le rodeaban habían sido comprados por un impulso de rebeldía o consumismo. No, todo lo contrario. En ese lugar, todo estaba meticulosamente planeado y estructurado para cumplir una función y utilidad para la vida de su amo.

La madera oscura de los muebles, los libros encuadernados en cuero en la estantería, la daga de fino hierro y montura sobre su escritorio, el suave resplandor del whisky en su vaso, todo era testimonio de una vida y propósito.

Frente a él, sobre su escritorio, observa intrigado el cúmulo de fotografías que su pequeño dragón había traído para él. En estas fotografías podía observar claramente a su objetivo desde hacía unos años.

Esa mujer, tan delicada y hermosa como las flores en los cerezos de su jardín, hacía que todo en ese lugar, todo el propósito de sus actos y misión de vida, se resumían a esa mujer tan hermosa como la fragilidad de una rosa en el invierno.

Cautivado, observa obsesivamente cada una de las facciones de la joven en las fotografías.

Embelesado por las sonrisas discretas, las miradas cautivas y ese aire soñador e imponente que solo ella posee, pero lastimosamente él no era la razón de estas sonrisas dignas de una adolescente enamorada, si no, ese hombre de aspecto deplorable frente a ella, incapaz de sostenerle la mirada a la mujer tan hermosa frente a él.

Solo tenía que deshacerse de él.
Una sola llamada bastaría para desaparecerlo de la faz de la tierra sin dejar rastro, pero eso no tenía sentido, si las cosas se hacían así no sería divertido y su amada florecilla no volvería a sonreír así por la eternidad.

Él lo sabía bien.

La había estado observando desde el fatídico día donde lo cautivo.

Tan frágil y hermosa como el pétalo de una flor. Recostada sobre la una cama de flores venenosas, desangrándose mientras ese valioso líquido escarlata se derramaba rápidamente de ella, impregnando la tela blanca del vestido que él había elegido para ella.

El sonido de tus melodías pérdidas | Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora