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🐉🥢Narrador🥢🐉

La chica, de complexión delgada y manos marcadas por su arduo trabajo y formación musical. Se hinca sobre la lujosa alfombra de tejidos árabes, manteniendo la cabeza gacha, evitando mirar directamente los ojos oscuros del Dragón Rojo, aquel hombre que le había prometido la grandeza a cambio de una tarea que él decía ser sencilla.

—-Es muy difícil seguirle el paso, mi señor...

Nerviosa bajo la intensa mirada del Dragón y la presencia imponente de los dos guardias que custodian la habitación, puedo sentir la intensidad de los ojos oscuros irradiar un fuego sobre ella.

Su voz baja y temblorosa delata su nerviosismo, al igual que sus dedos temblorosos al entregarle algunas fotografías donde el ángulo daba a entender habían sido tomadas desde lejos, por fuera del aula de la misteriosa profesora de artes... Esa que es su única y principal misión.

Siendo una estudiante de la misma universidad donde había sido contratada inesperadamente. Ella, con un poco de esfuerzo y fuerza de voluntad, podía ser la informante perfecta del Dragón, ya que fácilmente podía pasar desapercibida y mantenerse cerca de su objetivo principal sin que se sospecharan de ella.

Observando con falso interés a la joven que se encontraba de rodillas frente a él, el Dragón respira con profundidad, disfrutando de su obvio poder sobre todo aquel que se encontrara en su propiedad. Era gratificante ver cómo todo aquello que había cosechado lentamente, por fin daba fruto y su poder parecía absoluto...

—-"Es muy difícil seguirle el paso" —-él repite las palabras de la chica, saboreándolas en su boca. Su voz poderosa y masculina llena la habitación y cada palabra resuena con la autoridad de alguien acostumbrado a ser obedecido e imponer terror en quienes le rodean.

Tomando un sorbo de su whisky, el líquido ámbar brilla bajo la luz de las elegantes lámparas que, gracias al cristal cortado del vaso que contiene el líquido ámbar, pareciera ser una bola de fuego sobre la palma de su mano.

Suspirando con fuerza y obvia, pero fingida decepción, sus ojos se posan rápidamente sobre su esposa. La mano derecha en su reinado de poder y control, que con un leve gesto, se adelanta a intervenir.

Su presencia, tan fría y autoritaria como la del propio Dragón, hace que su pequeña y decepcionante informante se incline ante ella.

—-Tienes que esforzarte más querida... —-la mujer habla con desinterés, barriendo de arriba abajo a esta pobre mendiga arrodillada frente a ella. Casi sonríe con burla y algo de compasión, le parecía divertido lo fácil que es doblegar a los seres humanos si tomas algo que ellos piensan amar. —-Si quieres que ese encantador profesor tuyo tenga un poco de interés en ti, tienes que sacar del camino a su única razón de existir, para ello debes demostramos que eres capaz de cumplir con tus obligaciones. Es una simple tarea, ¿no es así? Es decepcionante que no seas capaz...

—-¡Siempre está escoltada por sus guardaespaldas y ha cambiado su residencia! —-rápidamente, el pánico la inunda bajo las tenues amenazas de la elegante mujer, y con el miedo colándose en su voz, intenta defenderse y justificar su ineficiencia. —-La única oportunidad que tengo es cuando coincidimos en la universidad; su aula está a unos pasos de la mía...

—-¡Entonces esfuérzate! —-la interrumpe, alzando la voz. Molesta por que alguien tan insignificante como ella se atreviera a interrumpirla y alzarle la voz —-¡Encuentra su residencia, sigue cada uno de sus movimientos! ¡Dios! Si estás tan cerca como dices, no debería ser difícil, ¿verdad? —-reclama con obvio sarcasmo. Caminando con tranquilidad, meciéndose sus caderas cubiertas por su elegante vestido de seda, juega con la chica hasta que se sienta sobre el regazo del Dragón. —-Si tú quieres, hasta pueden ser amigas, pero mantenla bajo tu radar...

El sonido de tus melodías pérdidas | Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora