El sonido de tus melodías pérdidas | Min Yoongi

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🐉🥢Narrador🥢🐉

Las puertas del restaurante se abrieron con un suave chirrido dejando escapar el aroma cálido del lugar; una mezcla intensa por la carne en las parrillas, salsas fermentadas, carbón caliente con su toque ahumado, mezclado perfectamente con el inconfundible perfume de ajo tostado y sésamo... Todo lo bueno de una tradicional barbacoa coreana.

Una vez dentro, Haru se detuvo un momento, donde sus ojos vagaron hábilmente por cada rincón del restaurante, como si buscara algo o alguien entre las mesas, asegurándose de que nada, bajo su vasta y trágica experiencia, pareciera sospechoso o peligroso para Yoongi que guardaba silencio a su lado.

Jugueteando con las manos nerviosamente, hundidas en los bolsillos de sus pantalones claros, Yoongi observaba con un poco de duda el lugar que había sugerido para cenar, temiendo que no fuera del agrado de la mujer que buscaba impresionar.

Yoongi ni siquiera parecía darse cuenta de la actitud defensiva que mostraba Haru, estando inmiscuido en su propia miseria y preocupación interna, que no era más que eso: preocupación mental que usualmente llamamos ansiedad, pero que en ese momento era imposible ponerle un nombre a tal sentimiento.

Este era el único restaurante lo suficientemente bueno y decente que conocía como para invitarla a cenar, el restaurante al que acudía con frecuencia junto sus amigos siempre que había un día importante o simplemente cualquier ocasión "especial" que les sirviera como excusa para reunirse, comer carne y tomar cerveza hasta el amanecer.

Aunque Yoongi no disfrutara del alcohol que acompañaba naturalmente la carne en este tipo de establecimientos, por culpa de la medicación recomendada por su psiquiatra, se divertía mucho, aunque intentara negarlo y se rehusaba a salir de casa hasta que alguno de sus amigos lo arrastraba fuera de su departamento para tomar un poco de sol y rayos de luna mayormente.

Ese restaurante, con la mejor ubicación para la comodidad de trasladar, ocasionalmente, un par de ebrios hasta el departamento muy cerca de ahí de nuestro querido profesor, al igual que la estación de policía donde, usualmente, Namjoon pasaba el día si no contaba con un caso importante que atender, además del esquicito y único sabor particular de sus adobos en la carne lo convertía en el lugar perfecto para reunirse de vez en cuando, a su parecer.

Yoongi, repasa rápida y mentalmente la minuciosa lista que antes habia escrito en papel con temas interesantes y chistes raros que su amigo Jin le habia proporcionado para que esta velada fuera agradable y no se viera opacada por la rareza de su personalidad, estaba dispuesto a intentarlo todo con un único objetivo, y tratando de impresionar con sus buenos modales a la chica de su interés, se adelanta a Haru cuando la ajuma, dueña del lugar, los guía hasta una mesa libre justo en el centro del abarrotado restaurante, donde todo el mundo podía verlos perfectamente.

Gracias a Dios, la mayoría de las personas ahí estaban completamente concentradas en las parrillas al centro de sus mesas y las carnes chillando en ellas, ensimismados por las combinaciones extrañas de soju y otros tipos de alcohol, acompañados de cancioncillas y juegos típicos de esta actividad que cada vez comenzaban a ser más un ritual por costumbre que solo un juego espontáneo... Pero aquellos que eran demasiado curiosos como para mirar a la peculiar pareja al pasar por un lado de sus mesas apartaban rápidamente la mirada, intimidados.

Confundido por esto, Yoongi se preguntaba internamente si el motivo de esa intimidación, como usualmente pasaba en la universidad, era la fea cicatriz en su rostro. Creía que la razón por la que apartaban la mirada alarmados era esa, sin percatarse de que la verdadera razón era la mirada amenazadora que Haru les lanzaba al menor contacto despectivo hacia él.