Capítulo 30. Sesión de fotos.

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Brianna se comunicó durante la tarde con Lynette, necesitaba hablar con ella. Tenía atorada en la garganta demasiadas angustias y preocupaciones.

Su amiga la invitó a una de sus sesiones fotográficas, quería que conociera a Vincenzo, su pareja. Luego se irían juntas a un café ubicado en las cercanías.

Brianna aceptó la oferta, quería despejarse la mente con alguna distracción. Los problemas la saturaban. Así que se preparó lo mejor que pudo y fue a la dirección que Lynette le había facilitado en pleno downtown de la ciudad.

El lugar era un edificio inmenso, de estilo moderno lleno de ventanales. Adentro hacían vida infinidad de empresas.

En el piso veintitrés se encontraba uno de los estudios para el que trabajaba Vincenzo, un espacio abierto donde se distribuían diferentes sets para fotografía.

Lynette se hallaba en uno de ellos, hacía tomas para un perfume.

La rubia portaba un largo vestido negro de cuerpo ajustado con falda de gran volumen. Se veía preciosa y llamativa. Posaba con postura arrogante, como si fuese toda una socialite.

Brianna se sentía orgullosa por los logros de su amiga. Lynette no la había pasado bien en su infancia, su padre la abandonó y su madre era una drogadicta. Desde muy joven aprendió a defenderse sola, trabajando para estudiar.

Inició con ella la carrera de abogacía, pero no la terminó. El modelaje fue mucho más fuerte y le otorgaba posibilidades que Lynette sabía que no conseguiría por su cuenta con trabajo duro y gran dedicación.

Como viajes a lugares de ensueño, rodearse con personas de gran posición social y tener un novio millonario y liberal que odiaba los compromisos, como ella, y le facilitaba joyas y ropa de diseñador que la hacían ver como la reina de un cuento de hadas.

Brianna se sentó en una silla a una distancia prudencial de donde se producía la sesión de fotos. No quería resultar un estorbo.

Miraba maravillada el trabajo de producción que incluía a muchas personas. Nunca pensó que detrás de la fotografía que veía en una revista o en internet hubiese tantos responsables.

—¿Brianna? ¿Eres Brianna Harmon?

Se sobresaltó al escuchar ese nombre. En ocasiones olvidaba que Griffin ya no era su apellido, ahora era la esposa de Trevor Harmon, el abogado más poderoso y sagaz de todo Seattle.

—Hola, ¿Julinka?

Se emocionó al encontrar a la novia de Todd, el socio de su esposo, en aquel lugar. Recordó que la mujer le había contado, en la cena ofrecida por Simón Levi, que ella era modelo.

—Sí, que alegría verte. ¿Cómo has estado?

Las mujeres se abrazaron y se saludaron con un beso.

—Bien, vengo a visitar una amiga.

—¿Quién es tu amiga aquí? —quiso saber, interesada.

Julinka era una mujer muy delgada, pero con una figura preciosa, de suaves curvas y senos ligeramente abultados.

Llevaba puesto un vestido de tela ligera y ajustado que parecía haber sido tallado en su piel, con un corte muy sensual en la falda que dejaba a la vista sus largas y estilizadas piernas.

Brianna entendió que la chica también participaba en la misma sesión de fotos del perfume.

—Lynette Berry, a quien están fotografiando ahora.

—¿Lynette es tu amiga? —consultó con un semblante entre sorprendido y divertido, que a Brianna le hizo apretar el ceño, aunque prefirió dejar pasar su confusión.

Dos hombres y un destino (COMPLETA) Matrimonio por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora