Capítulo 49. Amargas verdades.

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Lynette le confesó todo a Brianna. No pudo alargar más aquel secreto. Su plan había sido contárselo antes de marcharse a Texas, porque sabía que la vergüenza no la dejaría en paz, pero le resultó inevitable.

Lo poco que Brianna había escuchado la hizo darse cuenta de las mentiras de su amiga y no estaba dispuesta a dejarla marcharse de la mansión hasta que no le soltara todo.

Ambas lloraron con desconsuelo mientras hablaban. De parte de Lynette, por el arrepentimiento y la pena, mientras que su amiga lo hacía por la amargura que la invadía.

No podía creerse lo ciega que había sido por años.

Ella tenía conocimiento del poderoso interés de Lynette por las parejas de sus allegadas. Varias veces fue testigo en la universidad de los líos en los que se metía su amiga por salir con hombres que ya estaban comprometidos.

La adrenalina por lo prohibido era su favorita.

Pero nunca pensó que lo haría también con ella. Habían logrado tal afinidad, que se sostenía de la idea de que con ella fuese distinto y jamás se atrevería a inmiscuirse en sus relaciones.

Por lo visto, con Lynette nada era suficiente, ni siquiera, con la más sólida amistad. No respetaba nada y eso era lo que más molestaba a Brianna.

Le dolía más la traición de su amiga, que la del que creyó el amor de su vida.

—¿Cómo pudiste ser capaz? —preguntó como por onceaba vez. La rabia y el dolor le impedían comprender aquella duda.

—Fui débil —exponía Lynette entre sollozos, roja por la vergüenza y la frustración—. Intenté alejarme de él, te lo juro, pero Connor me buscaba y...

—¿Él te buscaba? —la interrumpió, sintiendo como su corazón se quebraba una vez más en pedazos.

Lynette respiró hondo antes de hablar. Ambas estaban sentadas en el sofá de la oficina de Trevor, acompañadas por él.

El hombre se mantenía a una distancia prudencial, pendiente de que la charla se llevara por un camino racional para que así las dos pudiesen sacar todo lo que tenían atorado dentro.

—Sí. Connor iba a mis sesiones de fotos y luego me invitaba a tomar un café o a comer para hablarme de propuestas laborales en la productora de su padre. Sabes que llegué a participar en varios de sus eventos y programas de televisión, en los que él siempre estaba presente. Pasábamos mucho tiempo juntos y... una cosa llevó a la otra.

Brianna se sintió tan derrotada que se frotó el rostro y los cabellos con ambas manos, como queriendo quitarse de encima los dolores que la agobiaban.

—Él era mi pareja en ese tiempo, Lynette. —La aludida torció el rostro en una mueca de pena— Y a pesar de eso, ¿te dejaste llevar?

—No pude evitarlo. Fue mucha la cercanía y Connor... me hacía sentir muy bien. Valorada —expuso eso último cabizbaja.

Por su pasada condición social, al provenir de una familia muy humilde que la había abandonado a su suerte, ella solía recibir malos tratos y desprecios.

Siempre la veían con superioridad, algo que la enfermaba. Lynette quería ser como ellos, estar a su misma altura para no seguir siendo humillada.

Connor, con su trato exclusivo, poniéndola en ocasiones por encima de Brianna, la hizo sentirse preferida. Alguien importante.

Por eso le resultó imposible negarse a sus insinuaciones. Ni siquiera el aprecio que sentía por su amiga fue capaz de abrirle los ojos y ponerle límites.

Brianna experimentó un dolor punzante en el pecho. Se puso de pie buscando respirar con normalidad, viendo que Trevor pretendió acercarse a ella para consolarla, pero se detuvo.

Dos hombres y un destino (COMPLETA) Matrimonio por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora