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El color amarillento de la niebla se perdió por completo

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El color amarillento de la niebla se perdió por completo. El adiós al Abismo de Tierra.

No supo por qué, pero perderlo de vista le dio cierto vértigo. Era una mezcla rara. No había procesado aún por lo que estaba allí. Ni lo que acababa de hacer, o lo que le quedaba por terminar. Y se dirigía... hacia el hogar del último Coloso.

Y desde ahí...

Irían a ver al Mago.

Eso, claro estaba, si lograba llegar al sitio correcto antes.

Por la espesura que había ganado la bruma, prácticamente no eran ya capaces de ver al Coloso de Metal. Altair no quiso detenerse, por muy perdida que pudiese estar. Lo que había en la niebla estaba acosándolas otra vez. Sentía escalofríos al pensar en lo que notó en la cueva, antes de clavarse aquel pedrusco afilado. Lo que fuera, iba a por ellas. Y no les quitaba ojo de encima bajo ninguna circunstancia. Las observaba y las seguía, sin hacer nada. Como un depredador que examina su presa antes de lanzarse a despedazarla.

La que sí se detuvo fue Lai. La estrella, al no sentirla cerca, se dio media vuelta para ver qué pasaba.

Distinguía la pequeña silueta de la manta un poco más allá, observando la niebla a su alrededor detenidamente. Verla allí quieta la sobrecogió. Lai también lo había notado. Como si un ser viviente respirase ahora a sus espaldas, sin manifestarse. No hacía ruido, nada. Y aún así, las dos podían asegurar que estaba allí.

Era terrorífico. Lo que fuera, era malo. Y cada vez lo era más. Tenía menos miedo de manifestarse.

Se quedó unos segundos bloqueada hasta que sus piernas le respondieron. Fue hacia la manta para tomarla entre sus brazos y marcharse. Tarea en un principio sencilla.

Aunque no fue tan sencilla como ella pensó.

	Aunque no fue tan sencilla como ella pensó

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Su luz, le hizo replantearse todo. La desarmó y ablandó su corazón.

Hacía tanto que no había sabido nada de ella... Tanto tiempo en el que había estado furiosa con Vega por abandonarla. Aún no comprendía del todo qué fue lo que sucedió para que ahora ella estuviera tan lejos.

𝐄𝐥 𝐚𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫 𝐝𝐞 𝐎𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora