━━𝟏𝟓

7 4 0
                                    

No fue consciente del tiempo que pasó planeando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No fue consciente del tiempo que pasó planeando. A mitad de camino, la pequeña terminó de desfallecer y perdió el conocimiento. El viento la fue meciendo hacia donde quiso y Lai, asustada, no se despegó de ella en ningún momento de la travesía.

Poco a poco, la tierra firme comenzó a verse entre la bruma. Altair continuó planeando un rato más, hasta que sus finas piernas rozaron la hierba.

Fue cayendo como una hoja llegada desde la rama de un árbol, hasta quedar completamente postrada en el suelo. Lai no supo qué hacer. Era consciente de que, por mucho que deambulara a su alrededor, intentando hacerla reaccionar, Altair no se despertaría.

La manta se quedó allí flotando e intentando pensar en qué podría hacer por su amiga, aunque no tenía muchas opciones. Habían salido del bosque gracias a una enorme rana que la sacó del lodo y ahora, gracias a ese gigante. Su colosal silueta se seguía viendo de fondo, desdibujada en medio de la negrura. Ninguna de las dos sabían lo que había pasado, y tan sólo podían estar agradecidas por haberlas ayudado a salir de allí... fuera como fuese.

Lai volvió a mirar a Altair. La hierba se movía a su alrededor con el aire, lo que reforzaba más aún lo inerte que había quedado.

Altair estaba oscura, fría. Se veía triste e insignificante. Lai, que siempre brillaba reflejando su luz, ahora no era más que un pequeño ser flotante, tan oscuro y frío como ella.

La manta terminó por acercarse y tumbarse a su lado, abriéndose paso entre sus brazos.

Antes de dormirse, se acordó de las estrellas del Consejo. Más concretamente, de Sin nombre. El destino que sufrió esa estrella era algo que podría sufrir cualquiera de ellas en el universo, desde la más grande a la más pequeña. Sin embargo, no lo quería. No podía quererlo ahora que acababan de empezar su viaje. No quería que Altair terminase como Sin nombre... ni tampoco sabía qué podía hacer ella para impedirlo.

El cansancio terminó por vencerla y se quedó aletargada en los brazos de la estrella apagada, convirtiéndose juntas en seres gélidos.

 El viento se siguió moviendo a su alrededor y poco a poco, trajo un suave sonido de pezuñas que trotaban por la hierba.

 El viento se siguió moviendo a su alrededor y poco a poco, trajo un suave sonido de pezuñas que trotaban por la hierba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐄𝐥 𝐚𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐫 𝐝𝐞 𝐎𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora