CAPÍTULO DIECIOCHO

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Jakey salió de su habitación quince minutos más tarde, vestido con una camiseta negra y un par de jeans ajustados que mostraban sus largas piernas. Cuando Jakey se inclinó para agarrar su teléfono de la mesa de café, Sunghoon frunció los labios y miró hacia otro lado.

—Probablemente no regrese hasta en la mañana —dijo Jakey— ¿Puedo llevarme tu coche?

Sunghoon gritó de camino a la puerta.

—Yo te llevo.

—¿Qué? ¡No! —Jake lo alcanzó en el camino de entrada— ¡De ningún modo!

—¿Por qué no? —dijo Sunghoon, subiéndose al coche— ¿Crees que nunca he estado en un club gay?

—No es eso —dijo Jakey, subiéndose al asiento del pasajero—. Joder, esto es raro, Sunghoon. No te quiero allí mientras yo —Se sonrojó y desvió la mirada, parecía avergonzado.

—Dame la dirección —dijo Sunghoon en voz baja.

Jakey le dio la dirección. Sunghoon encendió el coche, su cara cuidadosamente inexpresiva. Jakey tenía toda la razón: no era un pequeño virgen ingenuo cuya virtud necesitara protección. Él podría cuidarse solo. Si quería chupar la polla de un extraño, no era asunto de Sunghoon.

—¿Estás bien? —dijo Jakey, mirando a Sunghoon con cautela.

—Por supuesto.

Jakey se encogió levemente de hombros. —Te ves algo enojado.

Sunghoon estaba tan sorprendido que casi chocó contra el coche frente a ellos. Mierda. No podía recordar la última vez que alguien había adivinado correctamente que estuviera enojado y le preguntara al respecto. ¿Desde cuándo se había vuelto tan transparente?

—Estoy preocupado —dijo, con la mirada fija al frente—. Algo puede salir mal. No quiero que te lastimen.

Jake suspiró.

—Supongo que es dulce de tu parte, pero por última vez: no soy un bebé. Estaré bien. Prométeme que no interferirás.

Sunghoon no dijo nada.

—Sunghoon —dijo Jakey.

—Lo prometo —dijo lacónicamente.

No hablaron durante el resto del trayecto.

El club estaba muy concurrido, pero afortunadamente, la música no era demasiado ruidosa. Sunghoon pidió una cerveza que no tenía intención de beber, se apoyó en la barra y siguió a Jakey con los ojos.

Esos jeans eran jodidamente obscenos. Hacían que Sunghoon se sintiera incómodo y nervioso. Tuvo que resistir el impulso de buscar una manta y envolver a Jakey para que nadie pudiera mirarlo.

—¿Tu novio? —dijo una voz masculina gritando sobre la música.

Sunghoon miró al hombre, alto, rubio, irrelevante, antes de volver a mirar Jake. Él estaba bailando con alguien ahora. El tipo tenía alrededor de veinte años, un atleta típico, todo físico y sin cerebro.

—No —dijo, al darse cuenta de que el rubio todavía estaba esperando su respuesta—. Solo un niño al que tengo que cuidar.

—Eso debe apestar —dijo el rubio con simpatía— ¿Cómo te cargan con el deber de cuidar niños?

Sunghoon no respondió. Ahora el atleta estaba sobre Jakey, sus manos se deslizaban desde la estrecha cintura de Jakey hasta su culo respingón. Manteniendo su control, Sunghoon agarró su cerveza, recordándose a sí mismo que no era de su incumbencia. Jakey no era un bebé. Le había prometido a Jakey que no interfiriría.

No shame |Sungjake|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora