Capítulo 76-El Verdadero Terror

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"El que domina a los otros es fuerte, pero el que se domina a sí mismo es poderoso". Lao Tse.

Hace cuatro días, Cerro de San Cristóbal, Lima, Perú...

Fue en esa fatídica noche donde todo ocurrió, Túpac Amaru estaba de rodillas en el suelo, con múltiples heridas en todo el cuerpo, cortes, quemaduras, huesos rotos, incluso había perdido el ojo derecho durante su pelea. Ante él, estaba Atila el Grande, junto a aquella mujer Hada, había sido derrotado en poco tiempo tras haberse negado a unirse a ellos.

—¿Qué esperas, cobarde? ¡Mátame! —exclamó Túpac Amaru, con una mirada que los maldecía con toda su furia—. Prefiero morir que ayudar a un monstruo como tú, ¡América jamás te pertenecerá, todas las personas libres se opondrán a tí!

—¡Horo Horo Horo Horo! Lamento decírtelo, Túpac Amaru II, pero ya no tienes más opciones, ahora estás a mi merced —replicó entre risas perversas—. Te convertiré en un verdadero monstruo y sin que te des cuenta, todo Perú te recordará para siempre a partir de ahora, como el más grande villano de su historia, serás tú quien traiga la ruina a toda Sudamérica.

Túpac Amaru se levantó una última vez, con las pocas fuerzas que le quedaba, para así conectar un golpe contra aquel perverso ser que tenía delante de él, pero una poderosa fuerza invisible lo aplastó contra la tierra, imposibilitándole el moverse. Con solo ponerle una mano en su cara, Túpac Amaru se convirtió en un tirano, dispuesto a matar a millones de personas para adueñarse de Sudamérica y después entregársela a un terrible monstruos que debió de haberse quedado en el pasado.

En la actualidad, Cerro de San Cristóbal...

El combate se había convertido en un dos contra uno, ahora que Túpac Amaru había convocado su tercer Legendarium, el espíritu de un gran cóndor andino, un ave de presa imponente y que fue alabada por los Incas de antaño. La muñeca derecha de Kira estaba agrietada, pero ella mantenía un rostro sereno ante la situación, usó su control muscular superhumano para remediar su fractura, usando sus fibras musculares para poder mover su mano con naturalidad, le dolía, pero había experimentado dolores mayores antes, lo que estaba haciendo ahora era solo un pequeño pellizco para ella.

—¿Qué pasa, Kira Pavlichenko? ¿Acaso el cóndor te comió la lengua? —preguntó con tono burlón, al ver como Kira se mantenía quieta en su sitio—. No esperes una muerte rápida, algunas aves rapaces disfrutan de jugar con su comida y destriparla lentamente.

—¿Seguirás hablando o dejarás que tu mascota termine tu trabajo ahora que tienes un brazo fracturado? —preguntó sacándole la lengua al antiguo guerrero.

—Veo que seguirás actuando como una perra presumida hasta el final —dijo Túpac Amaru, con varias venas marcadas en el rostro, mientras hablaba entre dientes.

—Una perra vieja no aprende trucos viejos, perdóname, pero siempre he sido una irrespetuosa —replicó con una ligera sonrisa.

—Borraré esa sonrisa de tu cara —dijo Túpac Amaru, con un aura siniestra.

El espíritu del cóndor elevó vuelo, atacando a Kira con sus garras que eran similares a espadas, junto con sus alas que provocaban poderosas ráfagas de viento que eran igual de filosas que los cortes de vacío de Túpac Amaru y Hijikata Toshizou, terminando con ligeros cortes en su cuerpo al traspasar el traje de Alastor.

El Hombre Inquebrantable apareció a sus espaldas, tratando de golpearla a traición, pero Kira relajó su cuerpo como el agua para reducir el impacto del golpe, girando ciento ochenta grados hasta conectarle un golpe del revés a su oponente que lo mandó a volar unos quince metros, esquivando también de milagro un zarpazo del cóndor que dejó marcas de cuatro metros de profundidad en el suelo.

LA MÁS GRANDE EPOPEYA: El Retorno de las Leyendas. VOL 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora