Capítulo 63-El Amor Supera el Miedo

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"Es bueno amar tanto como se pueda, porque ahí radica la verdadera fuerza y el que mucho ama realiza grandes cosas y se siente capaz, y lo que se hace por amor amor está bien hecho". Vincent van Gogh.

El terror se apoderó de H.H Holmes al ver a Siegfried y a Okita Souji dentro de su escondite, sobre todo por el Hitokiri, cuya presencia era increíblemente mucho más monstruosa que la del Asesino de Dragones. 

Era como una masacre sin igual, un demonio salido del infierno para reclamar su alma

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Era como una masacre sin igual, un demonio salido del infierno para reclamar su alma. H.H Holmes había lastimado a una persona que a Okita Souji le importaba mucho.

—Déjame ser el primero en darle un bocado —dijo Souji, con voz fría y maquiavélica.

—Adelante —respondió Siegfried.

Sin que H.H Holmes pudiera reaccionar, Souji le cortó la nariz con un veloz desenvaine de su katana, sacándole un fuerte grito de dolor. Siegfried fue quien siguió, dándole un simple toque que le partió dos costillas, luego le fue partiendo los dedos de ambas manos, uno por uno y cuando se quedó sin dedos, le dejó a Souji cortarle ambas orejas. El Hitokiri apuñaló sus piernas lentamente, sin parar, derramando sangre en la sala, Siegfried usó sus poderes sobre el hielo para disminuir su temperatura corporal y así, ralentizar el sangrado, prolongando más la tortura.

—¡Por favor, piedad! ¡Piedad! —suplicaba sin parar.

—El quiere piedad, ¿crees que se la merezca? —inquirió Siegfried, con sarcasmo.

—Después de lo que le hizo a Min-seon, solo merece sufrir —respondió Okita Souji, con una sonrisa endemoniada—. ¿A cuántas personas mataste?... Te haremos sufrir todo su dolor hasta que no puedas más.

La tortura se alargó durante una hora, Siegfried lo fue agarrando como maniquí y le iba partiendo sus huesos lentamente para prolongar su dolor, primero inició por sus brazos, luego le destrozó el resto de sus costillas, seguido de su pelvis y piernas. Cuando se aburrió, dejó que Souji lo fuera desollando con su wakisashi, quitándole también los ojos y castrándolo. Lo cortó hasta que finalmente murió por la pérdida de sangre.

Sin H.H Holmes, el Castillo de la Muerte desapareció, haciendo que los miembros de Fahrenheit 451 regresaran al Hotel Overlord, horrorizando a todas las personas en el vestíbulo quienes vieron a Siegfried y a Souji bañados en la sangre del asesino. También aparecieron allí los cadáveres de las pobres víctimas que cayeron en las garras de ese asesino.

Se les tuvo que dar muchas explicaciones a la policía cuando se llevaron detenidos a todo el equipo, pero gracias a sus contactos con la ONU, los dejaron ir en menos de media hora. Antes de regresar a Quántico, decidieron quedarse a dormir en otro hotel para luego tomar un vuelo a primera hora mañana.

En el bar del hotel, Siegfried y Dwayne estaban pasando el rato, bebiendo juntos.

—Nunca te había visto así de enfadado, hermano, aunque me da gusto de que hayan hecho sufrir a ese maldito hijo de perra —dijo Dwayne, chocando su vaso con el de Siegfried.

LA MÁS GRANDE EPOPEYA: El Retorno de las Leyendas. VOL 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora