Capítulo 46-Libertad

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"No hay camino sencillo hacia la libertad en ninguna parte y muchos de nosotros tendremos que pasar a través del valle de la muerte una y otra vez antes de alcanzar la cima de la montaña de nuestros deseos". Nelson Mandela.

Cubierta del crucero pesado...

Incluso con la tormenta sacudiendo y balanceando los buques constantemente, Siegfried y Okita Souji se encontraron con un panorama bastante curioso. Enfrente suyo estaba Barbanegra, cuyo nombre real era Edward Teach, sentado con las piernas cruzadas, con tres botellas del mejor ron escocés y en su mirada, se notaba la invitación que le quería hacer a sus dos adversarios.

Las dos Leyendas no notaron malicia alguna en sus intenciones y Siegfried le aseguró a su compañero que ninguna botella traía veneno. Por lo que los tres se sentaron en forma de triángulo, abrieron las botellas y tomaron un trago al mismo tiempo.

—¡Wow! ¡Este sí que es un buen alcohol, Kurohige-dono! —exclamó Souji, con tono amistoso.

—Es fuerte, pero deja una buena sensación en el cuerpo, es bastante ideal para la situación de ahora —comentó Siegfried, asintiendo con la cabeza.

—¡Zehahahahaha! Un buen pirata reconoce el buen alcohol cuando lo ve, camaradas —aseguró Barbanegra, con una sonrisa llena de dientes chuecos—. Tienen mis agradecimientos, por aceptar beber conmigo antes de nuestro gran duelo.

—Somos guerreros, no peleamos por rencor, sino por ideales —mencionó Okita, dándole otro trago a su ron.

—Justamente de eso quería discutir con ustedes, Asesino de Dragones y Hitokiri —dijo Barbanegra, con una mirada seria—. ¿Ustedes se consideran hombres libres?

Siegfried y Souji se miraron un rato, para luego mirar el cielo tormentoso, pensando en sus respuestas.

—Ciertamente, me siento mucho más libre que antes —respondió Souji, con una pequeña sonrisa melancólica—. Antes llevaba pesadas cadenas debido a mis pecados del pasado, ya no siento a los inocentes maldiciéndome a mis espaldas ahora que he logrado hacer verdadera justicia y vengarlos. Por lo que yo me considero totalmente libre ahora.

—Para mí no es tan sencillo —respondió Siegfried, tomando otro trago de ron antes de seguir hablando—. Yo pienso que ningún hombre es totalmente libre. Siempre tendrá algo que lo ate; mujeres, alcohol, un dios, sueños, familia, hijos, poder, pecados... todos estamos esclavizados por algo.

—Respuestas tan contrarias, pero a la vez, tan fascinantes —dijo Barbanegra, dándole un trago a su ron—. Yo ambiciono la verdadera libertad.

—¿Y cuál es "la verdadera libertad", según tú? —inquirió Siegfried, intrigado.

—Cuando era niño, se me negaron muchas cosas que casi todo el mundo posee. Una buena casa, una buena comida, una verdadera familia, un buen libro, verdaderos sueños —respondió con melancolía—. Únicamente me sentí libre, cuando me convertí en un pirata, la cadenas de la sociedad en la que vivía ya no podían mantenerme enjaulado y como un ave, surqué los mares en busca de las cosas que más ambicionaba. 

—Muchas veces, nuestro entorno termina siendo un obstáculo gigantesco, sobre todo si quieres salir del pozo en el que naciste —comentó Souji, agitando el líquido de su botella—. Nosotros los humanos, no podemos decidir cómo nacemos o cómo morimos, pero podemos decidir cómo vivir. Si lo vemos de esa manera, que alguien que nació sin nada haya terminado por convertirse en el pirata más famoso de la historia humana, es de admirar, Kurohige-dono.

—Si les soy honesto, esta época moderna de la que todos hablan es una mierda... ¡¿La época en la que los piratas sueñan ha terminado?! ¡¿Eh?! ¡Zehahahahahahaha! —exclamó con euforia y pasión—. ¡Los sueños de las personas jamás terminarán! ¡¿Tengo razón?! ¡Zehahahahahaha!

LA MÁS GRANDE EPOPEYA: El Retorno de las Leyendas. VOL 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora