Capítulo 20-Promesas

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"¿Acaso existía un anhelo humano más triste -o más intenso- que desear una segunda oportunidad en algo?". Haruki Murakami.

Periodo Bakumatsu, 19 de junio de 1868, Edo (actual Tokio), Japón...

Okita Souji agonizaba en su habitación del hospital de Matsumoto Ryujun debido a su tuberculosis. Había sido abandonado en este lugar por sus compañeros del Shinsengumi y nadie había venido por él en todo el tiempo que permaneció allí. Ni siquiera recibió alguna carta de alguno de sus antiguos amigos y compañeros, nada. No tenía ni siquiera idea de que su maestro y padre adoptivo había sido ejecutado por sus enemigos.

En esos momentos de agonía y de soledad, antiguos recuerdos llegaron a su mente, en específico, los recuerdos de su mayor pecado, uno que jamás se perdonó y que a veces lo atormentaba.


En un campo de árboles de cerezo, que caían por la suave brisa de primavera, Okita Souji tenía delante de él a Yamanami Keisuke, secretario general del Shinsengumi, quien le sonreía con una tranquilidad sin igual.

Hace poco, había dejado una nota que declaraba su deserción del Shinsengumi, un crimen que se castigaba con la muerte

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Hace poco, había dejado una nota que declaraba su deserción del Shinsengumi, un crimen que se castigaba con la muerte. Por lo que Kondo Isami había enviado a Okita para capturarlo. Okita Souji lo encaró, con una expresión llena de enojo, tristeza y confusión.

¿Por qué...? ¡¿Por qué lo hiciste, Keisuke-Aniki?! interrogó apretando los dientes mientras tenía la mano en el mango de su espada.

Estamos luchando una guerra que no podemos ganar, Souji-Aniki respondió con voz suave. Japón está cambiado a pasos agigantados y nosotros no podemos seguir frenando su progreso. El Shinsengumi no es necesario para la época que viene, nuestra justicia ha quedado obsoleta.

¡¿Cómo puedes decir todo eso después de lo que entregamos al Shinsengumi?! exclamó respirando con ansiedad

He tomado mi decisión, Souji-Aniki, no pienso volver con Kondo-san y Hijikata-dono, no después de todos los inocentes a los hemos asesinado, no después de la masacre que hicimos para detener a Serizawa declaró, sacando de entre sus ropas un tanto, sabiendo su destino fatal. Si vamos a hacerlo, hagámoslo ahora. Ya no hay nada que pueda hacer, sé que nunca podré derrotarte.

Okita estaba en shock, no podía creer la situación en la que se encontraba.

Cuando Yamanami Keisuke se unió al dojo de Kondo Isami, rápidamente se volvieron amigos cercanos. Okita amaba conversar con Keisuke, principalmente de libros y de varios temas filosóficos, también se habían vuelto grandes rivales a lo que artes marciales se refiere, a diferencia de otros miembros del dojo, ellos compartieron varias técnicas y secretos, volviéndose fuertes juntos. Se habían divertido juntos y se habían vuelto prácticamente como hermanos. Para Okita, todo lo que estaba pasando era una pesadilla.

LA MÁS GRANDE EPOPEYA: El Retorno de las Leyendas. VOL 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora