—Vamos, te mostraré— el señor Park hace más de cinco minutos que se llevó a papá para revisar no sé qué en los controles del barco, así que después de esa charla incómoda en la que Honran no hizo más que pronunciar las mismas palabras acomodadas de distinta manera para disculparse con él por el pasado, no creo que tengan mucho qué decirse.
Al final, nos decidimos por la pesca.
En cuanto llegamos al restaurante vimos a papá y el señor Park subiendo cosas en la camioneta, pesar sonaba más interesante y acabamos aquí.
Su mano se entrelaza con la mía, lo llevó a través del reguero de redes y rejas que los chicos dejan tiradas por todas partes. Honran tropieza y después se echa a reír. No suelto su mano, no lo hago aun si llegamos al punto que quiero mostrarle.
Me siento en la popa del barco, me sacó los zapatos y le pido que haga lo mismo.
—No creo que deba...
—¿Por qué no? La experiencia mejora cuando el agua te salta en los pies, deberías relajarte.
Frunce el ceño. Las cosas que suenan a un desafío le iluminan la expresión y lo hace. Nos sentamos juntos y miramos el movimiento de las olas, el barco se mueve con lentitud y el sonido de las aves en lo alto del cielo hace que el momento sea más relajante. Al menos a mí me relaja.
Doy una mirada de reojo, Honran parece maravillado con los rayos de sol que iluminan la punta rocosa del sitio en el que descansan las aves.
Trago saliva y me acerco a él en un impulso que nace del lado romántico que heredé de papá (quiero pensar que se debe a eso).
Lo rodeo por la cintura y lo acerco a mí, noto la tensión en su cuerpo. No dura mucho pues se relaja y deja salir el aire que contenía con insistencia. Ladea la cabeza y la acomoda en mi hombro. Huele bien, es cálido, me late con fuerza el corazón y me sonrojo por cada rincón de la cara, yo empecé esto, pero es Honran quien se encarga siempre de intensificar la experiencia y me deja sin alternativas; se me va la voz y me tiemblan las manos. Es una tontería, quisiera que el tiempo pasara rápido, así podría acostumbrarme a las nuevas emociones que fluyen dentro de mí y tendría más confianza en esto que surge entre los dos.
—¿Por qué me trajiste aquí? Estaba entretenido con el entusiasmo de esos chicos cuando decían que tenían algo.
—Porque es más romántico— recupero el agarre de su mano y doy un ligero apretón.
—Tienes razón. Es romántico— nos quedamos así durante tanto tiempo que nos volvemos ajenos al ruido y al traqueteo de cuando vuelven a encender el motor y el señor Park anuncia que estamos listos para partir. La velocidad nos salpica de agua, Honran ríe y nos arrastramos lejos de la orilla sin dejar de mirarnos. Recargamos la espalda en una estructura metálica que además de darnos equilibrio nos oculta de la vista del resto y estoy por ayudarle a alcanzar sus zapatos. Honran me detiene, nos miramos como por dos segundos y me toma de la cara para acercarme hasta su rostro. Todo mi cuerpo responde a él y me deslizo con lentitud hasta ponerme encima suyo sin lastimarlo por los movimientos bruscos del bote a causa de las olas.
Honran atrapa mis labios entre los suyos. Cierro los ojos, abro la boca, el corazón se me para y se me acelera de golpe como si fuera un motor averiado. Comprendo que hay sentimientos que pueden adormecerse con el tiempo, pero se mantienen ahí arraigados a tu pecho y en cuanto los alimentas un poco vuelven a florecer.
Me gusta.
Él me gusta.
Honran, me gusta de verdad.
—¡Seonho! ¿Pueden echarnos una mano? — es la voz de papá.
Rompemos el contacto y nos reíamos bajito.
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A 452 kilómetros de ti (Jinx)
FanfictionKim Dan es un omega que vive en la isla Jeju. El inminente fallecimiento de su abuela, le hace obsesionarse con la idea de tener un bebé, decide atravesar 452 kilómetros hacia Seúl, en búsqueda de la clínica más prestigiosa de la que todo el mundo h...