Aries era conocido en su tribu como un Omega que rompía siempre las reglas. Su actitud rebelde y determinada lo hacía una persona admirable, aunque algunos le consideraban problemático. No seguía los caminos establecidos, desafiaba las normas y viví...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Las manos de Cetus recorrieron mi espalda, suaves pero firmes, mientras que Ofiuco se escondía en mi cuello, su respiración se sentía cálida contra mi piel.
-¿Qué les pasa a ustedes dos? -Pregunté finalmente, notando que su actitud, aunque de por sí era normal, últimamente había sido mucho más intensa-. Han estado actuando raro.
Ofiuco se movió, apoyando su cabeza en la almohada de plumas de cuervo y cuero de lobo para quedar frente a frente conmigo. Cetus, por su parte, pasó sus brazos alrededor de mi cintura, apretándome contra él mientras descansaba su cabeza sobre la mía. Su cercanía y el peso de su cuerpo contra el mío me hacían sentir un cosquilleo en la piel.
-Es que últimamente hueles más delicioso que nunca -Explicó Cetus, sonriendo levemente. Miré a Ofiuco, buscando una explicación más clara en su rostro.
-Es cierto -Asintió Ofiuco-. Tu aroma de por sí siempre ha sido algo especial, algo como el bosque, pero combinado con una esencia salvaje y a la vez tranquila. Pero últimamente, tu olor ha estado más fuerte. Hay una necesidad de tocarte a cada rato, como si algo en tu fragancia nos llamara.
-No sé a qué se refieren -Dije finalmente después de quedarme callado por un rato, intenté sonar casual, aunque la curiosidad y los nervios llenaron mi mente-. No he notado nada diferente.
Ofiuco sonrió y levantó una mano para acariciar mi mejilla. Sus dedos eran cálidos aunque me hicieron sentir una corriente eléctrica recorrer mi piel.
Sentí un nudo en el estómago. La idea de que algo en mí estuviera cambiando era aterradora. Pero al mismo tiempo, había algo reconfortante en la manera en que Cetus y Ofiuco me miraban, con una mezcla de adoración y necesidad. Sus ojos reflejaban una conexión que deseaba algún día sentir.
-Cetus, me estás asfixiando -Le dije cuando sentí que sus brazos no estaban dejando pasar el aire, de inmediato relajo el agarre -. Gracias.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Después de casi seis semanas de incertidumbre y recuperación, finalmente tenía algo positivo en lo que enfocarme, volvería a trabajar como el carnicero del pueblo, no parecía nada emocionante, pero cumplir mi labor era muy importante para mi.
