Los Omegas comenzaron a intervenir, limitando a los alfas que se habían vuelto demasiado sobreprotectores y abrumadores. Los alejaron de nosotros, de Cáncer y de mí, incluso a Ofiuco, Cetus y Tauro, quienes no parecían dispuestos a soltarnos del todo. El ambiente en la aldea se había vuelto un poco tenso, y aunque entendía que todo se debía a la sobrecarga de emociones, no dejaba de sentirme atrapado entre el cariño y el control de los demás.
Ya había pasado una semana desde que volvimos a la aldea, pero mi cuerpo se sentía extraño, como si algo en mí estuviera fuera de lugar. Al hablar con Cáncer, descubrí que él también sentía lo mismo. Esa incomodidad que nos invadía no era mera casualidad; llegamos a la conclusión de que, al volver con los nuestros, nuestros cuerpos estaban reaccionando de alguna manera. Tal vez, el contacto constante con tantas feromonas había acelerado la llegada de nuestros celos.
La sola idea me hizo estremecer. Sabía lo que eso significaba: estaríamos vulnerables, y la cercanía de los alfas no ayudaría en absoluto. Cáncer me dijo que si quería pasar otra vez el celo con él, yo acepte su propuesta como siempre, pero ¿Está vez si podríamos hacerlo sin involucrar a los demás? Ese tema me hacía sentir incómodo.
Los chicos habían construido una choza para mí en un tiempo sorprendentemente corto. Me encontraba allí, tumbado entre las pieles que cubrían el suelo, observando cada rincón. No era muy diferente de la que tenía antes, y eso era un detalle que no me pasó desapercibido. Estaba claro que lo hicieron con toda la intención de hacerme sentir en casa, como si nada hubiera cambiado.
Cáncer, en cambio, estaba visiblemente feliz al entrar en la suya, pero yo me sentía extrañamente triste. Había algo en el aire, una sensación que no lograba definir del todo. Volver a este lugar, a los recuerdos de antes, cuando no tenía una verdadera conexión con los de mi unión, me hacía recordar lo mucho que las cosas estaban cambiando. Y aunque el cambio era inevitable, no podía evitar sentirme desconectado.
El líder me miraba de vez en cuando, con una culpa silenciosa en sus ojos. Tal vez se sentía responsable por lo que su hijo, Tod, me había hecho en el pasado. Pero ya había decidido seguir adelante. No podía quedarme atrapado en ese suceso. Las pesadillas seguían presentes, quizás siempre lo estarían, pero no podía seguir lamentándome o sintiendo asco por mi propio cuerpo debido a lo que alguien más me había hecho. Tenía que avanzar, por mí mismo y por los que me importaban.
ESTÁS LEYENDO
DAMIED: Aries
FanfictionAries era conocido en su tribu como un Omega que rompía siempre las reglas. Su actitud rebelde y determinada lo hacía una persona admirable, aunque algunos le consideraban problemático. No seguía los caminos establecidos, desafiaba las normas y viví...