Estaba comiendo solo en una mesa apartada, como acostumbraba. Detestaba la sensación de estar rodeado mientras comía, la incomodidad de ser observado en un momento tan personal me ponía de los nervios. Tomé un trozo de fruta y me lo llevé a la boca, cuando de pronto alguien se sentó frente a mí. Fue tan repentino que no pude evitar dar un pequeño sobresalto, aunque intenté disimularlo lo mejor posible.
—Hola, Aries —Dijo Escorpio, con una sonrisa confiada en el rostro. Lo miré, tratando de ocultar mi sorpresa, mientras examinaba cada detalle de su expresión. Su cabello seguía siendo azabache intenso y parecía un poco más rebelde de lo normal—. ¿Cómo has estado?
Su pregunta me hizo fruncir el ceño. Hasta donde sabía, Escorpio estaba fuera de la aldea, y no esperaba verlo. Le respondí con cautela:
—Bien… —Contesté despacio, cada palabra saliendo como si estuviera midiendo el terreno—. ¿Cuándo volviste?
Él soltó una risa suave y se apoyó en la mesa, inclinándose para observar mi plato. Su mirada examinó la comida, y eso hizo que me tensara. No podía entender por qué sentía la necesidad de analizar hasta mis elecciones de comida.
—Hoy —Respondió, fingiendo un tono herido—. Me duele que no lo supieras. Eso que tienes ahí… No parece muy nutritivo.
Miré mi plato, compuesto por un surtido de frutas frescas. Para mí, aquello era perfecto para un momento como este. Las frutas eran ligeras, frescas y llenaban sin abrumar. Así que, sin pensarlo mucho, respondí:
—Es ideal para esta hora —Dije, intentando mantener mi voz neutral. Tenía que calmarme. Ya era hora de dejar atrás todo el resentimiento acumulado por la partida de la unión china, o al menos intentarlo. Pero una parte de mí seguía irritada; no podía evitarlo. Era como si el recuerdo de su indiferencia estuviera grabado en mi mente, a pesar de que él no estaba allí—. ¿Qué haces aquí?
Por un momento, Escorpio pareció sorprendido, pero luego su expresión cambió a una sonrisa calmada, como si entendiera perfectamente mi actitud y le divirtiera. Su aroma, una mezcla de cedro y sándalo, se volvió más evidente, llenando el aire entre nosotros. De alguna manera, ese aroma siempre había tenido un efecto extraño en mí. Me relajaba y estresaba a la vez, y aunque intentaba negar lo mucho que me gustaba, no podía negar que siempre me había atraído. Después de todo, él era mi alfa y… mi esposo. Eso, en teoría, debería hacerme sentir bien, pero había algo en nuestra relación que complicaba las cosas, no sé, al mirar su rostro recuerdo todo lo sucedido con Toda, eso no me agradaba.
—No has cambiado, y me alegra saberlo —Dijo en un susurro, mientras negaba con la cabeza. Parecía estar disfrutando de la situación, de alguna forma que me exasperaba. Al menos, eso era lo que transmitía su sonrisa, esa sonrisa suya que parecía saber más de lo que decía. De alguna forma, lograba irritarme y calmarme al mismo tiempo, puta, lo quería ahorcar.—. Vine a saludarte.
—No necesito eso —Continue, está vez intentando ignorarlo, pero el se quedó apoyado en la mesa con una sonrisa, mientras me miraba comer. Me sentía incómodo, y aún así, no dije nada, solo pasamos el tiempo juntos sin hablar. ¿Escorpio se volvió un acosador? Que puta mierda.
El líder se me acercó al final de la tarde, justo cuando iba a entrar a mi choza. Me tocó el hombro, haciendo que me detuviera, y sin rodeos me dijo que necesitaba hablar conmigo. Asentí en silencio y lo seguí hacia su hogar. El lugar estaba marcado por un aire de soledad y nostalgia; lo primero que noté al entrar fueron algunas pertenencias de su difunta esposa, colocadas en un rincón como reliquias de un pasado doloroso. Murió dando a luz al bastardo de Tod. No pude evitar preguntarme: ¿Había valido la vida de la madre por alguien como él?
Me senté y observé mientras el líder se movía con calma, preparándome una taza de té. Aquello me sorprendió un poco. Los protocolos tradicionales reservaban este tipo de atenciones para los alfas dentro de la misma unión; él, en cambio, era un líder, pero, al fin y al cabo, un "desconocido" para mí. No formaba parte de mi unión, ni tenía la cercanía emocional que normalmente justificaría tal gesto. Decliné su oferta con una leve sonrisa, intentando no parecer grosero. Aunque me sentía incómodo.
—¿Cómo has estado? —Preguntó al sentarse frente a mí, entrelazando las manos sobre la mesa en un gesto de autoridad y seriedad.
La postura rígida de sus manos y el peso de su mirada parecían intentar crear un ambiente de formalidad, pero en realidad yo no sentía nada especial al respecto. No sentía miedo ni respeto reverencial hacia él. Era el líder, sí, pero en mis ojos, no era más que un hombre común y corriente, con sus propias limitaciones y fallas. Para mí un verdadero líder era mi alfa, Hydra. Le respondí tras un breve silencio, que solo pareció hacer que elevara un poco las cejas, como si esperara algo más de mí.
—Bien, he estado bien —Respondí al fin. Me escuché a mí mismo sonar casi distante, pero no había mucho que agregar a la conversación de cortesía. No me gustaba ver rasgos parecidos al monstruo de su hijo en él.
El líder soltó un leve suspiro y asintió. Su expresión reflejaba algo más profundo que mera formalidad, y cuando habló, sus palabras parecían estar teñidas de un dolor que no podía ocultar.
—Yo también... bien —Contestó, aunque se notaba el cansancio en su voz, como si la soledad pesara en sus hombros—. Es decir, algo solo, después de todo lo que ha pasado.
Una leve tristeza paso por sus ojos. Guardé silencio, sin saber cómo responder ante eso. Quizás esperaba que le preguntara algo, que le diera pie a hablar, pero simplemente me limité a asentir, mostrando que le escuchaba. Él continuó, sus palabras arrastrándose lentamente, como si el dolor no le permitiera hablar con libertad.
«Ya sabes... todo pasó tan rápido. No me di cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que fue demasiado tarde.
Me quedé mirándolo, intentando procesar lo que acababa de decir. Había algo en sus palabras que se sentía ambiguo. ¿Acaso me había traído aquí solo para contarme sus problemas y hablarme de su profunda soledad? O peor aún, ¿estaba insinuando que parte de lo que había sucedido era culpa mía? Sentí un nudo en la garganta, una incomodidad que no esperaba. ¿Acaso debería sentirme culpable? La presión en mi pecho comenzó a aumentar, como si estuviera cargando una responsabilidad que, en realidad, no era mía.
En lugar de responder inmediatamente, dejé que sus palabras flotaran en el aire. Y efectivamente las palabras que siguieron eran indirectas a que yo le había arrebatado a su hijo. En el juzgado, cuando paso lo de Tod, pensé que el líder estaba de mi lado, pero en realidad solo era una mierda más del montón, ¿Porque la gente me decepcionaba tanto?
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DAMIED: Aries
FanfictionAries era conocido en su tribu como un Omega que rompía siempre las reglas. Su actitud rebelde y determinada lo hacía una persona admirable, aunque algunos le consideraban problemático. No seguía los caminos establecidos, desafiaba las normas y viví...