Capitulo 30

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Me quedé mirando al techo, el silencio de la noche roto solo por la suave respiración de Cáncer, que descansaba en mi pecho

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Me quedé mirando al techo, el silencio de la noche roto solo por la suave respiración de Cáncer, que descansaba en mi pecho. Sentía su cuerpo cálido pegado al mío, sus brazos alrededor de mí en un gesto protector. En otra situación, habría encontrado consuelo en su cercanía, desvelado solo para observar cómo parecía seguro a mi lado. Pero esta noche no lograba encontrar paz, no podía dejar de pensar, no podía apagar la tormenta de preguntas que giraba en mi cabeza, como un vendaval que se negaba a calmarse.

¿Qué le había pasado a Cygnus? Esa pregunta no dejaba de atormentarme. Siempre lo había visto como alguien perdido en sus propios pensamientos, pero nunca me detuve a preguntar si eso era simplemente su naturaleza o si había algo más profundo detrás. Cuando éramos pequeños, siempre lo observé desde la distancia, notando su torpeza, pero asumí que era parte de quién era. Ahora, mirando hacia atrás, me preguntaba si había algo más en esa actitud. Algo había pasado y todos lo estaban ocultado, tal vez era retrasado y no sabía.

No solo Cygnus ocupaba mis pensamientos. ¿Qué cosas habían pasado los de nuestra unión? Había tanto que no sabíamos. ¿Encerio Cáncer no sabía? Recuerdo que él era muy cercano a ellos. ¿Y si él también me ocultaba cosas? Me dolía pensar que, quizás, no confiaba en mí para contarme lo que pasaba.

Me pregunté sobre Ofiuco y Cetus, quienes seguían en una supuesta misión, eso era raro, ¿Porque se demoraban tanto? ¿Porque llegaban solo por unos días y después se largaban por semanas? Pensé en la jaula en la que los habían encerrado, como si fueran animales. ¿Cómo era? ¿Por qué los habían tratado de esa manera? ¿Y por qué no hicieron más por ayudarlos? Después de todo, eran sus esposos también. ¿No debieron haber estado todos juntos en esto?

No había interactuado mucho con algunos de la unión. A decir verdad, apenas si había mantenido contacto con ellos, porque casi no se quedaban en la aldea. Y cuando lo hacían, parecía que había una barrera invisible que nos separaba. No los conocía tanto como debería haberlos conocido. Y no podía simplemente acercarme como si nada, después de todo, antes no éramos muy cercanos.

Pensé en Crater. Esa fue la única persona con la que tuve algo de interacción significativa. Pero Cáncer se había sentido mal, y esa situación todavía me pesaba, había herido los sentimientos de Cáncer y no pensé como se sentiría después de despertar solo cuando pasamos el celo juntos.

Y entonces, mis pensamientos volvieron a Cáncer. ¿Cáncer realmente me ama? No me gustaba pensar en eso. Pero después de todo, ¿No era él quien se había aferrado a mí? Tal vez era porque yo era lo único que tenía a su lado. ¿Nuestra relación era por qué, en algún momento, ambos estábamos solos y necesitábamos de alguien, cualquiera, para no sentirnos abandonados? Antes, solía ser yo quien lo buscaba, atormentado por mis pesadillas, o por mi miedo a estar solo en las noches. Pero siempre me había negado ante esa idea, no me gustaba pensar que lo nuestro no era tan real como imaginaba.

Me removí ligeramente en la cama, sintiendo el peso de Cáncer a mi lado, pero mis pensamientos seguían desbocados. ¿Realmente había amor entre nosotros? ¿O era solo una ilusión que ambos manteníamos para no enfrentarnos al vacío?

Sentí a Cáncer moverse a mi lado. Su cuerpo ajustándose a mi cercanía. Por un momento pensé que aún dormía, pero entonces escuché su voz, apenas un susurro que rompió el silencio de la habitación.

—Aries... ¿Sigues despierto? —Su tono era suave, lleno de una preocupación que trataba de ocultar.

Mi corazón dio un vuelco. No quería hablar. No quería exponer las emociones, así que me quedé en silencio, cerrando los ojos con fuerza, esperando que mi quietud lo convenciera de que estaba dormido. Tal vez, si permanecía lo suficientemente inmóvil, me dejaría solo. Pero sabía que Cáncer no era tan fácil de engañar.

Hubo un momento de silencio, y por un segundo pensé que había logrado mi objetivo. Entonces lo escuché susurrar de nuevo, con una ligera risa en su voz:

«Tu aroma te delata, mentiroso.

Solté un suspiro involuntario. Puta vida. No podía escapar de él, ni de mis propios pensamientos, no podía escapar de nada.

Abrí los ojos lentamente, sabiendo que no había manera de seguir fingiendo. La luz de la luna se filtraba por la ventana, dibujando sombras largas en el techo. Cáncer estaba ahí, observándome con esa mezcla de ternura y preocupación que me hacía sentir aún más culpable. Sus ojos, aunque somnolientos, reflejaban una profunda empatía. No lo merecía.

—No quiero hablar —Dije al fin, con una voz que sonaba más dura de lo que pretendía.

Cáncer no respondió de inmediato. En lugar de eso, se acercó un poco más, envolviéndome en sus brazos de una manera que era más reconfortante de lo que quería admitir. Su respiración era lenta y rítmica, su calor tan familiar que me resultaba imposible rechazarlo del todo. No necesitaba palabras para entender que estaba ahí para mí, incluso cuando yo mismo no sabía cómo enfrentar su compañía.

Después de unos momentos, su voz volvió a romper el silencio.

—No tienes que hablar si no quieres —Murmuró—. Pero no quiero que te sientas solo.

—Gracias —Murmuré finalmente, sin abrir los ojos, pero aflojando un poco la tensión en mi cuerpo, permitiendo que el abrazo de Cáncer me envolviera por completo.

Tal vez no tenía las respuestas a todas mis preguntas, pero por ahora, eso era suficiente.

DAMIED: AriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora