Me sentí sorprendido cuando mencionaron el nombre del líder de la tribu. Escorpio había matado al padre de Tod.
—Era un traidor —dijo Escorpio, su voz firme y autoritaria, aunque había un trasfondo de tensión en sus palabras—. Hace tiempo le estaban llegando aves mensajeras. Estaba intentando vendernos a una tribu lejana. Me lo dijo para que me uniera a él y lo ayudara.
Las palabras de Escorpio se asentaron en el aire, como una sombra que se cernía sobre todos nosotros. ¿Era realmente necesario haberlo matado? La decisión lo había llevado a cruzar una línea que, una vez traspasada, sería imposible de retroceder, era el dueño de la tribu, tal vez si tomarían medidas contra él. Hubiera sido más sensato hablarlo con todos, discutir la situación y sopesar las opciones. El consejo de la tribu existía por algo.
Suspiré, sintiendo el peso de la frustración, no quise ni voltear a ver a los demás. Debía de admitir que me enorgullecía que Escorpio hubiera asesinado a ese hijo de puta, pero no cambiaba el hecho de que debía de pagar las consecuencias.
Escorpio seguía siendo impulsivo y paranoico, como siempre. Esa faceta de su personalidad había estado presente desde que éramos niños, una característica suya que, aunque en ciertos momentos podría resultar útil, también traía consigo consecuencias devastadoras. Recuerdo que, de pequeño, había escuchado que casi quema la choza donde se encontraban sus padres. Era un relato que se contaba a modo de advertencia, una historia que se susurraba entre los miembros de la tribu como un recordatorio de lo volátil que podía ser su temperamento.
Sin embargo, ahora había algo que me inquietaba profundamente. ¿A quiénes querían vendernos? La idea de ser mercancía, de ser considerados objetos en un comercio repugnante, era aterradora. La traición de nuestro líder implicaba que había otros en nuestra comunidad dispuestos a traicionar a su propia gente por ambición o miedo.
Mientras me sumía en la confusión de mis pensamientos, me di cuenta de que la confianza en nuestra tribu había comenzado a resquebrajarse. Si el líder había traicionado a su gente de tal manera, cualquiera podría convertirse en un enemigo en este lugar. Con un giro de cabeza, observé a mi alrededor; los miembros de la tribu parecían sorprendidos, pero había una inquietante posibilidad de que pudieran estar actuando.
Mis ojos se dirigieron hacia los altos mandos que estaban juzgando a mi alfa. Sus rostros los conocía a la perfección. Eran los mismos que, en ocasiones, me habían acusado hasta la muerte cuando era joven. Tal vez todo esto era un puto circo y nosotros éramos los payasos. La idea me hizo sentir nauseabundo, nos estaban viendo la cara de pendejos.
—No tienes testigos ante tus acusaciones, asesinaste al líder, y tu castigo será el exilio —escuché decir al viejo barbudo con voz grave, que patetico—. Tu exilio será en este momento, si no lo aceptas se te cortará la cabeza. Deberias agradecer que te dejamos vivo.
Mal agradecido. Seguramente Escorpio los protegió. Putos desgraciados.
La declaración me dejó atónito, mi boca se abrió en un gesto de sorpresa. El murmullo entre los presentes se intensificó, un ruido ensordecedor que parecía crecer como una ola, envolviendo el círculo. Podía escuchar el llanto de algunos bebés entre las mujeres de la tribu, y ese sonido solo aumentó mi irritación y frustración. Era un momento que nunca debería haber llegado a este punto, una situación que sentía que se había descontrolado en un abrir y cerrar de ojos. ¿Porqué?
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DAMIED: Aries
FanfictionAries era conocido en su tribu como un Omega que rompía siempre las reglas. Su actitud rebelde y determinada lo hacía una persona admirable, aunque algunos le consideraban problemático. No seguía los caminos establecidos, desafiaba las normas y viví...