Capitulo 26

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Me acerqué lentamente a la cama donde Cáncer estaba acostado, dándome la espalda

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Me acerqué lentamente a la cama donde Cáncer estaba acostado, dándome la espalda. Su figura se veía pequeña, frágil bajo la luz tenue de la noche que entraba por la ventana. Sentí una punzada de culpa por todo lo que había pasado, pero Phoenix me había asegurado que la conversación con Cáncer había sido estable. Según él, en algún momento Cáncer había llorado, pero al final, había llegado a comprender que sus sentimientos no eran un problema y que era normal preocuparse por ellos.

Con cuidado, me acosté a su lado, acercándome para abrazarlo. Lo rodeé con mis brazos y sentí cómo su cuerpo se tensaba al principio, pero luego se relajó contra el mío. Ya era tarde, y había decidido pasar la noche a su lado para asegurarme de que estuviera bien.

—Cáncer, ¿cómo te sientes? —le susurré, apoyando mi cabeza contra la suya, sintiendo su suave respiración mientras me acurrucaba más cerca de él—. Lo siento por permitir que todo esto pasara.

Él permaneció en silencio por unos segundos que parecieron eternos, y luego, en un susurro apenas audible, respondió:

—Está bien. —Su voz no sonaba triste, solo cansada, como si todo el peso del día finalmente se hubiera dejado caer sobre él—. Lo necesitaba, de verdad.

Cáncer se dio la vuelta, quedando frente a mí, y se acurrucó más profundamente en mis brazos, escondiendo su rostro en mi pecho. Sentí su respiración tranquila y pausada, el latido de su corazón que poco a poco se sincronizaba con el mío. Estaba claro que había pasado por un día emocionalmente agotador.

«Gracias por estar a mi lado, Aries —murmuró, se miraba totalmente vulnerable—. No sé qué haría sin ti.

Mis brazos se apretaron un poco más alrededor de él, ofreciéndole el consuelo que podía. A pesar de todo lo que habíamos pasado, sabía que este era nuestro lugar seguro, juntos. No necesitaba decirle nada más. Con el suave sonido del viento afuera y la calidez de su cuerpo contra el mío, sentí que estábamos bien, aunque fuera por esa noche.

 Con el suave sonido del viento afuera y la calidez de su cuerpo contra el mío, sentí que estábamos bien, aunque fuera por esa noche

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Geminis me había llamado de nuevo porque Sagitario me necesitaba, y Ofiuco y Cetus casi no me soltaban antes de venir. Para colmo, Cáncer había desaparecido con Tauro desde temprano en la mañana. Tenía la sensación de que no era nada urgente, pero aún así, había decidido presentarme.

DAMIED: AriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora