Cuando volví a despertar, noté que el calor del celo había desaparecido. Sentí mi cuerpo ligero, como si una pesada carga se hubiera desvanecido, y mi alma se sentía purificada. Sin embargo, mi cuerpo aún estaba sucio y pegajoso, testimonio de las intensas sensaciones que había experimentado. La vergüenza se apoderó de mí, mierda, sin duda alguna odiaba ser Omega.
Me senté al borde de la cama, observando la habitación vacía. En los momentos en que había despertado brevemente, había visto a mis compañeros cuidando de mí. Recordaba vagamente la última vez que desperté; los omegas echaron a los alfas de la habitación, después los Alfas insistieron con toques a la puerta mientras le hechaban la culpa a Ofiuco.
Suspiré, dejando que mis pensamientos vagaran. Necesitaba un baño. Me levanté lentamente, todavía un poco débil, y busqué un cambio de ropa. Decidí dirigirme al lago. Al llegar, me quité la ropa y me sumergí en el agua fría. La frescura me envolvió, lavando no solo la suciedad física, sino también la tensión y el malestar que había sentido por mi primer celo.
Mis pensamientos volvieron a los días anteriores. Las imágenes de Ofiuco y Cetus cuidándome, sus manos suaves y caricias gentiles, se mezclaban con la vergüenza que sentía. Había deseado que me tocaran durante el celo, un deseo que me avergonzaba profundamente ahora que la lucidez había regresado. La idea de mirarlos a la cara, sabiendo lo que había sentido, me resultaba insoportable.
Pasé un buen rato en el lago, dejándome llevar por el suave movimiento del agua. La tranquilidad del lugar me ayudó a calmar mi mente, a ordenar mis pensamientos. Sabía que eventualmente tendría que enfrentar a Ofiuco y Cetus, y a los demás que se habían preocupado por mí, pero por ahora, solo quería disfrutar de la soledad y la paz, al final no lo logré.
Cuando el frío del agua comenzó a sentirse demasiado, salí del lago y me vestí. Me sentía renovado, aunque todavía algo nervioso por lo que vendría. Caminé de regreso a la choza, preparado para enfrentar lo que fuera necesario, tenía que volver a mi labor, ya que todo habia pasado.
Al regresar, encontré a Libra y Piscis esperándome en la entrada. Sus rostros se iluminaron al verme, y sus sonrisas me dieron una sensación de calidez que necesitaba desesperadamente. A medida que me acercaba, podía ver la preocupación en sus ojos.
-Aries, ¿dónde estabas? -Preguntó Libra, acercándose para poner su mano en mi hombro-. Nos asustamos al no verte, pensé que habías salido aún en tu celo. Es peligroso.
-Me estaba bañando, me sentía muy sudado -Respondí, un tanto confundido por su cercanía repentina. Pensé que volverían a ser distantes como antes, pero ahora parecían más presentes, más atentos, eso me ponía incómodo-. Creo que ya estoy libre del celo.
Piscis asintió, su expresión llena de alivio. Podía ver que había estado preocupado, y su semblante relajado me hizo sentir un poco más tranquilo.
-Qué bueno, me alegra que tu primer celo no haya sido fuerte -Dijo Piscis, desviando la mirada como si recordara algo doloroso-. El mío fue insoportable, aún recuerdo cómo se sintió, pensé que estaba en el infierno.
ESTÁS LEYENDO
DAMIED: Aries
Fiksi PenggemarAries era conocido en su tribu como un Omega que rompía siempre las reglas. Su actitud rebelde y determinada lo hacía una persona admirable, aunque algunos le consideraban problemático. No seguía los caminos establecidos, desafiaba las normas y viví...