Capitulo 21

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Mi celo había comenzado poco después del de Cáncer, sincronizándose de manera casi inevitable, como si nuestros cuerpos se hubieran puesto de acuerdo

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Mi celo había comenzado poco después del de Cáncer, sincronizándose de manera casi inevitable, como si nuestros cuerpos se hubieran puesto de acuerdo. Los días que siguieron fueron intensos, cargados de una energía que no podíamos controlar. Pasaron días antes de que finalmente todo se calmara, pero cuando por fin llegó la tranquilidad, una nueva inquietud se apoderó de mí.

Ahora estaba sentado en el borde de la cama, mirando a Cáncer mientras él dormía profundamente a mi lado. Su respiración era pausada, tranquila, como si el peso de esos días no le afectara en absoluto. Parecía estar en paz, relajado, mientras yo no podía dejar de dar vueltas en mi cabeza, una y otra vez, sobre el mismo tema: cómo iba a salir de la choza ahora.

El aroma en mi piel era inconfundible. El olor del sexo, de nuestros cuerpos entrelazados durante esos días, seguía impregnando el aire a mi alrededor. Sabía que los demás lo notarían en cuanto saliera, y solo de imaginarlo sentía la vergüenza apoderarse de mí.

Los Omegas sabían y seguramente se lo contaron a los alfas, en conclusión, toda la aldea lo sabía.

No es que tuviera algo de malo haberme acostado con Cáncer. No me avergonzaba de estar con él, de hecho, había una conexión entre nosotros que no podía negar. Pero la idea de que los demás supieran lo que había pasado... eso me aterrorizaba. La intimidad que habíamos compartido era algo que sentía que debía permanecer solo entre nosotros. La simple idea de que los demás, incluso aquellos más cercanos a mí, pudieran enterarse de lo sucedido me hacía querer hundirme en la cama y no salir nunca más.

Era como si hubiera una línea que no quería cruzar, un límite que me protegía de la mirada de los otros. No quería que supieran que había cruzado ese umbral, que ya no era el mismo de antes. Tal vez era una cuestión de orgullo, o simplemente una forma de mantener algo de privacidad en una vida donde todo tenía que ser compartido con la unión.

Me llevé las manos a la cara, sintiendo el calor de mi propia vergüenza. Era irracional, lo sabía. En nuestra aldea nunca había algo malo con tener sexo, no era ningún tabú, no había nada malo en lo que había sucedido entre Cáncer y yo. Pero eso no cambiaba lo que sentía. La sensación de que todos sabrían, de que quizás me mirarían diferente, me hacía sentir vulnerable de una manera en la que no estaba acostumbrado.

Cáncer, aún dormido, se movió un poco, girando hacia mí. Su cuerpo, cubierto por una ligera sábana, se veía relajado y en paz, como si no compartiera mis preocupaciones. Y tal vez era así. Tal vez para él, esto no significaba más que un ciclo natural, algo que todos debían pasar en algún momento. Pero para mí... para mí, era algo más profundo, algo que me costaba aceptar.

Mierda, no, otra vez me sentía sucio, odiaba sentirme así.

Me levanté lentamente de la cama, tratando de no despertarlo. Me acerqué a la pequeña ventana de la choza y miré hacia afuera. El mundo parecía seguir adelante, como si nada hubiera pasado, como si no hubiera estado ausente durante días. Pero sabía que en cuanto saliera, las miradas curiosas y los comentarios sutiles comenzarían. No podría evitarlo.

DAMIED: AriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora