Capitulo 16

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Miré cómo la luz del sol se asomaba suavemente por la ventana de la choza

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Miré cómo la luz del sol se asomaba suavemente por la ventana de la choza. Me incorporé lentamente, sintiendo como si varias agujas atravesaran mi cráneo, el resultado inevitable de haber bebido demasiado en la fiesta de la noche anterior. Los recuerdos eran fragmentados, pero lo que más persistía era el sonido de las risas alegres de Cáncer mientras bailábamos sin preocupaciones.

Instintivamente, palmeé el lugar a mi lado y encontré un bulto familiar bajo las sábanas. Sonreí adormilado al sentir el aroma a flores de castaño de Cáncer. Me acosté de nuevo en la cama, abrazándolo con cuidado por la espalda. La fiesta había sido tranquila y energética, parecía que Cáncer se había divertido mucho, lo cual era todo lo que había deseado.

Me acurruqué más cerca, escondiéndome en el cuello de Cáncer, disfrutando del calor y la cercanía. Al poco tiempo, sentí que él empezaba a acariciar suavemente mi mano. Una sensación de alivio y felicidad me invadió al darme cuenta de que tal vez ya no estuviera enojado conmigo.

-Buenos días -Murmuré, mi voz salió rasposa por el sueño y el exceso de alcohol de la noche anterior.

Cáncer respondió con un murmullo somnoliento, girando ligeramente para mirarme con sus ojos entrecerrados y una sonrisa suave en sus labios. Parecía relajado.

-Buenos días -Contestó de manera relajada, mientras volvía a cerrar sus ojos. Nos quedamos así por un rato, disfrutando de la comodidad del momento y del silencio compartido.

Odie cuando el maldito Conejo tocó mi puerta, pero me levanté alerta al escucharlo decir que se acercaban desconocidos a la aldea.

Odie cuando el maldito Conejo tocó mi puerta, pero me levanté alerta al escucharlo decir que se acercaban desconocidos a la aldea

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Me coloqué en la entrada, agarrando firmemente la lanza de acero que me habían obsequiado en uno de mis cumpleaños pasados. Observé las dos siluetas que se acercaban a través de la niebla matutina, y traté de ignorar el dolor de cabeza que aún latía intensamente por la resaca. No me habían dado tiempo siquiera de darme un baño, y el aire fresco solo agudizaba mi malestar.

A un lado, podía ver a Cáncer moviéndose rápidamente de choza en choza, acompañado por otras personas, especialmente las más ancianas. Estaban apresurándose a empacar, preparándose para cualquier emboscada que pudiera obligarlos a huir. El ambiente estaba cargado de tensión, y podía sentir el miedo latente en cada movimiento.

DAMIED: AriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora