Danza de dragones. Parte 1

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NT: Decidí quitar al dios marino, porque la neta no lo aprovecharía bien aquí; así que lo cambié por monstruos random y lo guardaré para una pelea en barcos. Espero que lo disfruten.

...

—¡La única luz que vas a ver para salvarle es la del napalm y del fuego sagrado de las balas!

Los cánticos sagrados de batalla resonaban desde los amplificadores del golem ignis, avanzando en la primera fila rodeado por autómatas fusileros, al frente de los cruzados y aldeanos. Abrían fuego sobre las hordas de monstruosidades, conformadas en su mayoría por necrófagos armados.

No había refuerzos disponibles; liberar territorios facilitaría el avance de los rebeldes y los levantamientos civiles, impulsados por el descontento ante la opresión de las ciudades sobrepobladas.

Desde la retaguardia, detrás de sólidas barricadas de hologramas azules, Owen recibió la confirmación del fallecimiento de Bradock, junto a todo su escuadrón de vanguardia y la caída del albatros enviado a asistir a los Einharts. El mando recaía ahora en sus manos.

Detrás de Owen flotaba su principal soporte e invocación, otorgado por la Inquisición al salir de Griffía. Este ser, un Nephilim del tipo Alfil, era una parodia mecanizada de un mago angelical de tres metros de altura. La estructura en forma de cruz estaba forrada en suaves láminas que simulaban cúmulos de alargadas plumas blancas afiladas, formando un espiral que evocaba una túnica etérea. Carecía de piernas, utilizando un sensor de propulsión que apoyaba a las cuatro alas metálicas, las cuales despedían una aurora azul palpitante.

El Nephilim llamado "Benevolencia" sostenía una masa entre sus cuatro brazos, la cual brillaba con una joya en el centro, funcionando como un báculo pegado a su pecho. De esta joya emanaba un reactor que despedía una luz, formando la imagen de una espada sagrada y proyectando una luminosidad divina sobre su cabeza. Su rostro, similar al de una doncella de semblante sereno, tenía un par de cuernos al frente del yelmo coronado por una aureola afilada. De su boca eternamente abierta escapaba un cántico celestial, una melodía etérea que resonaba en el campo de batalla.

Esta máquina poseía la función generar hechizos simples de soporte, entre los que resaltaban la sanación por un aura verdosa, barreras protectoras y captura, además de potenciar los hechizos de su usuario.

La presencia del Alfil era un alza a la moral de los que atestiguaban su enorme estructura, que despedían una presencia luminosa, por la cual Owen sentía aversión por la fuente de poder y la verdadera naturaleza; una máquina de tortura de una bruja condenada a muerte.

Llamada alguna vez como Gertrudis, acusada por tráfico y experimentación de infantes, la metieron a ese ataúd, condenada a ser una batería que no solo se alimentaba de sus propios hechizos, igual del dolor.

El diseño vino de las notas del santo Ozimandias, quien veía las emociones fuertes como un medio que potenciaba el estigma, en las que resaltaba el sufrimiento. Dentro del sarcófago residía un despojo carnes mutiladas, conectada a cables y tubos.

La maquina intensificaba sus sensaciones al dolor por medio de químicos como impulsos directo al cerebro, obligada a realizar las ecuaciones requerías como las que podía manejar la máquina.

Suministrada por sedantes, transfusiones de sangre, como un sistema de auto reparación en la que sanaban las heridas en una cirugía acelerada a las partes comprometidas por el daño en la batalla. Al no estar en servicio, la bruja pasaba a estar en un estado de estasis, despertada para ir a la guerra, lo que destruyó su mente a un punto irreparable en el que solo sabía emplear su función. Los alaridos del a bruja dentro de la máquina, eran absorbidos por sensores que los distorsionaba en el cantico.

EL ASESINO DE DIOSES volumen 1  y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora