Nemea (V)

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—Bien, ya casi acabo —dijo Drake mientras se ajustaba el elegante uniforme para la cena frente al espejo, dentro de las amplias barracas que compartía con Lance y Tonatiuh.

—El grandote ya va retrasado —comentó Lance, mirando con desdén el reloj holográfico proyectado desde el cubo. Llevaba su propio uniforme, que combinaba con una máscara elegante a juego.

La puerta se abrió de golpe y entró Tonatiuh apurado, sudado, con el delantal cubierto de manchas de grasa y una red en la cabeza. No llevaba camisa, solo unos pantalones ajustados y botas que resonaban con cada paso.

—¡Ya salí de la cocina! —dijo con energía—. Me arreglo de volada y nos vamos. Van a adorar lo que les he preparado.

—Me sigue inquietando que cocines hasta sin camisa —respondió Drake, viéndolo pasar mientras chocaban las palmas en un saludo rápido.

—¿Qué tiene de malo? No hay pelo que le caiga.—Se defendió Tonatiuh, con una sonrisa burlona—. Es más cómodo así. Además, ¡la comida es lo que importa!

—Eso es cierto, pero ¿no deberías ponerte algo más que un delantal antes de salir? —bromeó Lance, alzando una ceja.

Tonatiuh le lanzó una mirada desafiante. —¿envidia? A María le gusta.

Drake rió mientras Lance rodaba los ojos. —Sólo asegúrate de que no te dé un ataque de egocentrismo en medio de la cena.

Tonatiuh sonrió de oreja a oreja. —No te preocupes, me mantendré humilde. Pero primero, ¡necesito un par de minutos para prepararme!

Mientras Tonatiuh se movía a la regadera, Drake y Lance intercambiaron una mirada cómplice. Pasado unos minutos salió el moreno con una toalla sobre el cuerpo humedo, tomando sus prendas y comenzó a alistarse.

—Oye, Tonatiuh, ya que estamos en confianza, ¿cómo hizo Carpoforo su vasta fortuna? —preguntó Lance al ver cómo Tonatiuh sacaba su traje del cajón del mueble frente a la cama.

—Eso es cultura general, hermano —intervino Drake, con un tono de sarcasmo que solo ellos entendían.

—Sí, sé de cómo llegaron a la Gran Sabana, pero no conozco los detalles. El tipo tiene su cara en una marca de suplementos. Algo puede compartirnos su ahijado, siempre que no sean cosas turbias, si es que no quiere —dijo Lance, instando a Tonatiuh a continuar.

—Bueno, Carpoforo tomó el liderazgo en la Gran Sabana, que en ese entonces apenas era un poblado de mercenarios con un coliseo donde las cosas se resolvían a golpes y con furcias —comenzó Tonatiuh, mientras ajustaba su traje—. Carpoforo iba a por contratos pesados en el imperio Fainalfaru y en el Libre Pensamiento.

—Un verdadero conquistador —bromeó Drake, rodando los ojos.

—No iba solo; se llevaba a su gente para hacer contratos contra monstruos enormes como krakens, Señores de las Moscas, Granitors, Gusanos Escavadores, Basiliscos, Behemots... y aplastar sectas y armadas rebeldes. Se vendían como un pequeño ejército que cumplía los contratos con brutalidad, pero siempre fieles, siguiendo a su cliente hasta el final —continuó Tonatiuh, con una sonrisa que sugería admiración.

—¡Vaya! Con ese tipo de mercadotecnia, cualquiera podría hacerse rico —replicó Drake con ironía.

—En uno de esos contratos, sirvieron a Alferez Aelorian Elandor, el señor de los elfos y las tierras de Utopolis.

—Ese jodido Alferez, el dueño de Industrias Aelorian. Ese tipo caga oro —dijo Lance, sintiendo un vacío en su billetera solo de mencionarlo—. En Alto Paraíso no se habla de él por ser su empresa rival.

EL ASESINO DE DIOSES volumen 1  y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora