𝐑𝐈𝐕𝐀𝐋𝐒 || (𝐭𝐨𝐥𝐥)

𝟚

-Fíjate imbecil- que frustrante era escuchar su voz, en serio.
-Tú venías mirando tu teléfono, fíjate tú- estábamos en un pequeño receso, yo iba saliendo de la cafetería junto con mis amigos cuando Bill y su grupito se toparon con nosotros, pero ese individuo por ir mirando el teléfono chocó conmigo... más bien yo choqué con él, a propósito, por molestarlo.
-Evita dirigirme más de dos palabras- ahora el chocó su hombro conmigo cuando pasó a lado de mí para irse, yo me reí, todo lo que Bill me decía me causaba gracia.

No miento cuando digo que nos llevamos mal, discutimos por todo y por nada; en las clases ni se diga, siempre queremos responder mejor que el otro, no hay más.

-Amigo ¿por qué no le respondiste?- dijo Antony, sonreí de lado y comencé a caminar.
-No me gusta perder mi tiempo con él, ya le di mucha batalla años atrás- recordé las veces que lo moleste en la primaria y siempre se defendió, nunca se quedó callado e incluso una ocasión nos agarramos a golpes, debo admitir que golpeaba duro el cabron, me sangró la nariz esa vez y él se fue a casa con el ojo morado.

-Buen día chicos- estábamos en clase de nuevo, Bill se sentaba del otro lado del salón, siendo el segundo en la fila, yo me sentaba cerca de la ventana igual siendo el segundo en la fila- ¿qué temas hemos abordado para el siguiente examen?- preguntó Meyer, el profesor.
-Problemas, trastornos- como siempre, Bill, queriendo responder todo de inmediato.
-Muy bien Bill, nos enfocaremos en...- se giró a la pizarra y escribió- Adicciones- ahora puse mucha más atención, me interesaba ese tema, no piensen mal, solo me interesaba.
-Cuidado profesor, alguno se sentirá identificado ¿cierto Trümper?- una vez más molestando, cabron.
-Si, algunos son adictos a lucir más femenino incluso más que una mujer, ah y a comer crayones ¿No es así Bill?- se escucharon unas cuantas risillas, como siempre.
-A ver silencio, no empecemos por favor- pidió el profesor- existen tres tipos de adicciones...- la clase empezó a tornarse muy interesante y yo anotaba todo lo que creía era necesario anotar, aún así tenía buena retención con mi memoria.
-Luego están las de ingestión química- ya había mencionado conducta y de ingestión, entonces cuando mencionó las de ingestión química, Bill, de nuevo salió a molestar y ahí si le respondí, error.
-Trümper pon atención, este es tu fuerte- lo mire y me sonrió maliciosamente.
-Como la tuya con las de ingestión- solté riéndome.
-¿Por qué no te callas? Imbecil- dijo molesto, era obvio que Bill no tenía problemas de adicción, y mucho menos yo, pero siempre encontrábamos la manera de jodernos.
-Deja de meterte conmigo y me callo, imbecil- le respondí, iba a hablar pero el profesor lo interrumpió.
-¡Kaulitz y Trümper, fuera!- ambos lo miramos con molestia y ambos quisimos hablar pero no nos dejó.
-Pero...- dijimos al mismo tiempo.
-¡Dije fuera! Al terminar la clase los quiero aquí de nuevo- se cruzó de brazos esperando a que nos pusiéramos de pie y saliéramos de ahí.

Tome mi mochila de mala gana y salí primero, escuché que Bill me maldecía en voz baja y también salió.

-Maldito estúpido- dijo detrás de mi ¿por qué iba detrás de mí?
-¿Puedes dejar de seguirme?- me gire haciendo que se detuviera.
-Quisieras, maldito estúpido- se cruzó de brazos y desvió su mirada.
-Eso ya lo dijiste- dije con tono de burla.
-Quítate, obstruyes mi camino- Dios...
-Tienes espacio- dije extendiendo mi mano y señalando el lado izquierdo.
-Si me sancionan, será tu culpa- se me acercó de manera amenazante y lo miré a los ojos, eran bonitos y su maquillaje hacía que su mirada fuera profunda y un poco intimidante.
-Tú empezaste- dije defendiéndome.
-Porque no te soporto- dijo serio y mirándome aún.
-Es mutuo- le sonreí sarcásticamente- ¿no habías dicho que evitara dirigirte más de dos palabras? ¿Quién le habló a quién?- le sonreí de lado y me gire para irme dejándolo con la palabra en la boca, solo espere lo siguiente.
-¡Estúpido rufián con complejo de rapero de pacotilla! ¡Agh!- sonreí sin mirar atrás y solté una risa nasal.
-Si si... ya lo sé- dije susurrando para mí mismo, la mayoría de sus insultos me los sabía de memoria.