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—Buenas noches. Bienvenidos— saludó un hombre y yo sonreí.
—Buenas noches— saludé mientras Wolff pasaba su brazo por mi espalda baja para tomar mi cadera.
—Buenas noches. Reservación de Torger Wolff— pronunció con amabilidad.
—Su mesa está lista. Por favor, síganme— nos dijo la él hombre y ambos caminamos detrás en dirección a la mesa.
—Yo me encargo— pronunció Wolff al ver la intención del hombre.
—En unos momentos comenzamos con la entrada. Bienvenidos y que tengan una hermosa velada— pronunció alejándose.
—Gracias— pronunciamos.
—Adelante, señorita Wolff— susurró este sobre mi oído mientras se colocaba detrás de mi moviendo la silla para que yo me acomodara —¿Le han dicho que luce hermosa?— preguntó con un poco de coquetería y yo reí a lo bajo.
—Es usted la primera persona que lo dice— mencioné mientras tomaba asiento —Muchas gracias— dije acomodándome más en la silla llevándola más cerca a la mesa.
Observé como este se sentaba a mi lado y observé la mesa frunciendo el ceño.
—¿Habrán más?— pregunté y él asintió —¿Quiénes?— coloqué mi mano sobre la de él.
—Es una sorpresa— sonrió y yo asentí un poco confundida.
—Espero que no sea Horner porque te juro que...—
—Amor— dijo riendo —Si fuera Horner créeme que no existiera cena alguna. No soportaría vernos juntos— dijo negando con una sonrisa.
—¿De verdad crees que se lo tomaría tan mal?— pregunté un poco bajoneada —Es decir, a mi no me interesa lo que él opine... pero por lo visto a ti si— solté alejando mi mano de la suya que reposaba en la mesa.
—Amor—
—No quiero arruinar la noche hablando de él o de lo que vaya a suceder. Quiero pasarla bien esta noche contigo y con las personas que has invitado. No hemos estado juntos desde Austria— forcé una sonrisa —No quiero molestarme por algo tan... innecesario—
—Pues me alegra mucho que lo digas porque esas personas ya están aquí— dijo mirando detrás de mi y yo volteé a ver con discreción.
La expresión de mi rostro pasó a uno completamente sorprendido al ver que la pareja se acercaba a nosotros tomados de la mano junto al mesero que nos atendió al principio.
—¿Mamá?— pregunté nerviosa —¿Papá?— sonreí mientras me ponía de pie completamente incrédula a lo que veían mis ojos.
—¡Mi amor!— exclamó mamá extendiendo sus brazos de manera que avancé rápido hacia ella y la abracé con fuerza —¿Cómo estás, mi vida?— preguntó besando mi mejilla. Me tomó de los hombros y me miró con una sonrisa de oreja a oreja escaneando mi rostro —¿Has estado bien?— me miró esperando una respuesta pero se adelantó una vez más —Aunque me imagino que si— volteó a ver detrás de mi para observar supongo a Toto que saludaba a papá —Tenemos mucho de qué hablar, querida— sonrió para nuevamente abrazarme.
